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Sujetos a los cánones económicos dominantes, en general, la política de los distintos Estados es incapaz de mantener su independencia funcional, ya que solamente unos pocos alcanzan ese nivel que permite dejar constancia de sus particularidades. En todo caso, si llegan a tal punto, fundamentalmente por haber adquirido cierta ventaja tecnológica y contando con su plena integración en la realidad económico-política, es como premio a su fidelidad.
Buena y reciente prueba de ello es que, cuando se ha anunciado que el Estado invertirá miles de millones de euros a costa de endeudarse para muchos años, los empresarios españoles no han pedido que se renuncie a ese gasto público sino que ese dinero sea para ellos. Incluso algunos criticaron que, por prudencia, el Ejecutivo no haya solicitado todo el crédito que tenía disponible de Europa desde el primer momento (El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, apoya que el Gobierno solo pida 72.000 millones de ayudas de la UE en contra de otras voces de la patronal).
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