Los mandamientos de la santa madre izquierda son cinco, como los de la Iglesia, pero bien distintos. Son mandamientos porque son ordenados por la superioridad sin que se sepa bien cómo y por qué, pero afectan prodigiosamente al comportamiento de millones de personas en toda España y en el resto del mundo.
El primer mandamiento es escuchar y seguir atentamente las predicaciones de los dirigentes todos los días del año y doblemente en las fiestas de guardar, de modo que la realidad, sea la que sea, pueda ser interpretada en términos favorables a la izquierda y convertida en campaña de propaganda personal en el mismo acto. Y si como es sabido, los datos no encajan con la propaganda, peor para los hechos y los datos. Dicho de otro modo, si mentir es bueno para la izquierda, mentir es necesario.
El segundo mandamiento es ocupar la calle en cuanto el gobierno de la derecha consigue el poder democráticamente. Esto es, se trata de hacer comprender a la sociedad que los votos no tienen importancia frente a la calle. Unos pocos miles de manifestantes valen más que millones de votos depositados en libertad y en secreto, como inspira la democracia liberal, que la falsa y formal democracia. Dicho de otro modo, se trata de hacer ver a la sociedad que si la izquierda no gobierna no puede haber verdadera democracia porque sólo hay democracia cuando gobierna “el pueblo” entendiendo por pueblo sólo a aquellos que votan a partidos de izquierda y pertenecen a sus sindicatos aunque sean menos.
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