Hay un reclamo persistente dentro de la ciudadanía para que los partidos políticos o sus dirigentes se reúnan para consensuar posiciones para afrontar temas básicos. Llevo lo suficiente en política para saber que siempre ha habido en el país rivalidades políticas fuertes: izquierda y derecha, secesionismo y constitucionalismo..., basadas en proyectos de gobierno antagónicos.
Ha habido ocasiones en que los dirigentes de facciones adversas se reunieron para tratar de evitar males mayores para el país, pero existe mucho resquemor por parte de la izquierda y por parte del independentismo. La grieta existe, es insalvable.
¿Por qué nos resulta difícil imaginar un paseo entre, por ejemplo, Santiago Abascal y Pedro Sánchez? Sencillo, es imposible... Abascal mira por el bien de España y Sánchez por el bien personal y partidista, es decir, no son éticamente equivalentes. Uno (Abascal) cumple y no cambia sus ideas, y el otro (Sánchez) va de estadista sin saber lo que significa, y comete un error detrás de otro debido a su falta de “personalidad política”, y son errores que afectan al país. Uno (Abascal) huye de la corrupción, el otro (Sánchez) la abraza, es su signo. Por eso, la grieta no puede salvarse hoy con el cinismo de Sánchez, es una grieta que cada vez va a más, y España no merece tener un político de tan baja alcurnia como es el actual Presidente del Gobierno.
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