Los que engrosan las colas del paro, indirectamente han generado una crisis de tal dimensión que han acojonado a los que tienen un arsenal de armas como para destruir el mundo mientras se toman el té de la tarde, a los que tienen una hegemonía económica y militar para abrir o cerrar mercados donde quieran y tienen un contable de máxima fiabilidad para llevar sus cuentas: el Fondo Monetario Internacional. Hay algunos que piensan que la coartada es demasiado aberrante y optan por la versión de que hay una economía real y otra virtual especulativa y esto hay que invertirlo. Los sindicatos y partidos, como casi siempre, se limitan a contabilizar «víctimas» diciéndonos lo negro que está todo. Como en casi todas las crisis se pone en evidencia la incapacidad de la izquierda política para transformar la sociedad. No son capaces de generar actividad social, de asimilar las nuevas tecnologías como no sea para sustituir hombres por máquinas, y sólo se dedican a difundir la homosexualidad y la transexualidad, el aborto, la eutanasia... La única finalidad de estas “élites progresistas” es el dinero, el poder y los privilegios. Las crisis producidas por la izquierda política, cumpliendo órdenes de las élites, se resolverá cuando les pase el ataque de pánico al comprobar que el enfermo apesta pero todavía puede recuperarse, y tendrán que cambiar esos demoníacos mandamientos con los que comulgan.
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