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Nadie escapa al delirio educativo, ni tan siquiera la administración, la normativa, la inspección, los equipos directivos y otros elementos del mundo de la enseñanza. Y podemos comprobarlo haciendo balance haciendo un balance de las publicadas en los últimos cincuenta años, más o menos:
Lo grave, lo que nos impide carcajearnos de la falta de madurez y escasos conocimientos de nuestros ministros, es que estos señores acumulan un poder extraordinario y que, cuando ponen en marcha alguna de estas ideas absurdas, consiguen que sean aprobadas por la mayoría de izquierdas de la que gozan en Parlamento y Senado.
El buen comportamiento es algo exigido a todos los ciudadanos y también a los alumnos y es algo obligatorio, por tanto, no es opcional. Los profesores son autoridad pública y se entiende que lo sean, por numerosas razones que son fácilmente entendibles. Vivimos en una época en que se ha perdido, en parte, el principio de respeto. Y esto se nota en la sociedad y lo reconocen los expertos en estas cuestiones.
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