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Desde la hacinada habitación de la fiesta sin fin de El ángel exterminador (Luis Buñuel), en la que fermentaban los bajos instintos de una burguesía ensimismada en sus relatos de clase; pasando por el extraño y delirante espacio cúbico de reverberaciones metafísicas en el que Vincenzo Natali encerraba a sus personajes en su opera prima Cube.
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