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Han nacido, están ahí, se les ve y hablan mucho, imponen su especie. Son seres a quienes preocupa muy especialmente la vida en y del planeta Tierra, toda vida menos la vida humana. Seccionan el significado ontológico de la vida humana. Desprecian que todo embrión humano es un ser previsto y contante en este Planeta y en el Universo, que es un don de la naturaleza.
Repugnante, asqueroso, repulsivo, despreciable. Irresponsable, imprudente, incompetente, insolventes. Miserables… Términos que deberíamos aplicar a la “masa salarial política”, simplemente, por la ambigüedad y por el pasotismo hipócrita, disfrazado de prudencia ante el tema gravísimo de los “abusos sexuales a menores”.
Bajaba, curioseando, desde Sol dirección al Instituto Cervantes, cercano a la Plaza de Cibeles. Bonito día, soleado, pletórico de actividad. Hacía tiempo que no hacía ese recorrido; tranquilo, relajante, envidiable… Pero, me topé de golpe con un edificio, monumento, en el entronque de la calle Alcalá con la Gran Vía: el Ministerio de Igualdad.
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