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Todos los tiempos y espacios son difíciles, en todos, existe una dialéctica entre las realidades del presente, espacio y tiempo, con las realidades teóricas. Montesquieu es el problema. Montesquieu es la pregunta y la solución. Siempre desde hace dos/dos siglos y medio siglos, Montesquieu es el problema. Quizás, diríamos es la navaja de Occam de la sociopolítica, hasta dónde se llega esa hoja y esa espada o esa navaja. Ese es el problema de siempre, al menos de estos dos/tres siglos.
Cuesta recordar a una señora Ada Colau formando parte de una de estas manifestaciones, con sentadas, de progres para intentar impedir que las fuerzas del orden pudieran llevar a cabo la ejecución de un desahucio ordenado por un juez, en cumplimiento de una sentencia firme. Sin embargo, esta señora formó parte y dirigió a grupos de activistas encargados de impedir que la Justicia pudiera llevar a cabo la labor que el pueblo y sus leyes le encomendaron.
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