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Las primeras condiciones para poder ser responsable y a la vez poder exigir la corresponsabilidad a los demás es el “conocimiento” y el “entendimiento”. La condición, “sine qua non” para que esa corresponsabilidad pueda ser realmente “ejecutiva” es una legislación adecuada a los tiempos, a la evolución de los actos y adaptada a visión temporal de la convivencia.
Cuando empiezo a escribir este artículo compruebo que ya son 391 las personas que se han beneficiado de la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual. Para ser más precisos: ese es el número de delincuentes sexuales condenados que ya han encontrado rentabilidad y provecho en la tan manida Ley Montero o del «Solo sí es sí». Bien es verdad que no solo ella es la culpable del desaguisado, sino que lo es todo el Gobierno que la aprobó en Consejo de ministros.
Locha a locha, euro a euro, peso a peso, bolívar a bolívar… pero no los tengo, sólo soledad.
¿Alguien puede afirmar que todo un Gobierno, armado de leyes numantinas, no es capaz de cortar por lo sano los botellones, las fiestas multitudinarias, las reuniones en pisos cerrados, etc.? Si esto es así, es que no hay Gobierno. ¿Qué pasaría si a esas personas que están riéndose de la vida ajena, se les impusieran penas muy graves y se les aplicase inhabilitaciones para sus actividades profesionales o para sus matriculaciones estudiantiles?
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