En la nueva normalidad, las mascarillas de protección son de uso obligatorio en espacios cerrados, transporte público y en aquellas ocasiones en las que no se pueda garantizar la distancia de seguridad de dos metros. Los tejidos poco transpirables y la sudoración propia del verano pueden acabar asfixiando nuestros poros, provocando erupciones con pústulas similares a los granos de acné. Además, la presión y roce que ejerce sobre nuestra piel puede generar irritaciones, descamación, picor y escozor.