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Hoy más que nunca requerimos de coraje ante este duro acontecer de injusticias sembradas, lo que puede hacer que nuestras ilusiones se apaguen. Desertemos del miedo a fracasar. Engrandezcamos nuestros interiores con aquello que sacude el corazón y nos transforma, haciéndonos vislumbrar el desvelo por vivir en ofrenda continua, que es lo que francamente hace la vida interesante, sobre todo para luchar por otras atmósferas de paz y reconciliación.
Estamos involucrados en el dinamismo de las conexiones, conscientes o no, con afanes de participación o con ese pretendido alejamiento que nunca consigue ponernos al margen de la trama.
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