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Si no dejamos que la hojarasca nos tape las raíces profundas de la vida, de esa vida nuestra que es vida individualmente social, sentiremos que alguien tan antiguo y tan presente como san Isidro Labrador -sean cuales sean nuestras creencias y nuestra ideología- nos habla, todavía hoy, de las necesidades de la gente trabajadora del campo, de la lucha contra la sequía, y de los principios que practicamos día a día.
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