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Cada día, al abrir el correo o conectar el whastApp, me encuentro con un intento de sustraerme mis datos, entrar en mi cuenta bancaria, obligarme a cambiar de compañía de luz, gas o telefónica, recordarme que tengo un paquete pendiente, cambiarme las conducciones de gas, “regalarme” un seguro de vida o de muerte, etc. En una palabra: timarme.
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