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Para mí no es nada nuevo. El vivir en las afueras de la ciudad y el precio desorbitado de los aparcamientos, hace años que me ha convertido en un ferviente usuario de los servicios públicos. Encima, mi ayuntamiento ha creado unas tarifas muy económicas para los “jubiletas”.
Estos días, como siempre, los de a pie, los que hacen colas en el transporte público, por necesidad, se encuentran secuestrados por lo que los Sindicatos quieren llamar huelga. Basta leer los textos anteriores, para hacer ver a todo el que tenga un poco de interés honrado, que lo que está sucediendo no tiene ninguna base legal.
La justicia madrileña ha fallado a favor del taxi y del Ayuntamiento de la capital contra el recurso interpuesto por Uber a la aprobación de servicios precontratados con precio cerrado del taxi, llevada a cabo en 2019, y su “clara intención de liberalizar las tarifas del taxi”.
Si hay un servicio del que tanto los turistas como los locales dependen a diario, es el transporte público. Ya sea para visitar los lugares más bellos de una ciudad, o para volver a casa después de un día lleno de emociones, todos acabamos cogiendo el autobús, el metro o el tranvía, especialmente ahora que el otoño hace acto de presencia, añadiendo a tus trayectos a pie un toque de viento, lluvia y frío.
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