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Dado que las prioridades de la Administración Biden serían el posible inicio de la guerra de Israel contra Líbano, el peligroso acercamiento de Putin a Vietnam para impedir la formación de un arco nuclear contra China así como la presencia de barcos de guerra rusos en Cuba, el Pentágono estaría sopesando la necesidad de firmar un Acuerdo de Paz con la Rusia de Putin.
La contraofensiva militar ucraniana de septiembre ha permitido recuperar más de 8000 km2 de territorio. La retirada rusa de la zona de Karkiv, precipitada y abandonando material militar, provocó reacciones controvertidas en Rusia. Desde sectores que exigían que Putin decretara el estado de guerra y la movilización general, quienes públicamente exigían medidas contra los oficiales que comandaban las tropas rusas, y 84 concejales que pedían la dimisión de Putin.
Vladimir Vladimirovich Putin fundamentado en dos conceptos, desmilitarización y desnazificación, montó lo que él llamó una “Operación Militar Especial” para invadir Ucrania. Decretó, reconoció y firmó la independencia de las regiones rebeldes de Dometsk y Luhansk, ambas controladas por separatistas pro rusos. Tal como ocurrió en Crimea, utilizando líderes separatistas respaldados por Rusia, pretende aplicar similar estrategia contra Ucrania.
Estamos asistiendo, gracias a las redes sociales y a la TV, a una retransmisión diaria de la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso y que tal como está transcurriendo, se asemeja el pasaje bíblico de la lucha de David contra Goliat: “Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano”. (Samuel17,49-50). Este sería, sin duda, el final que todos desearíamos de esta desigual guerra.
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