Tras crecer un 4,5% en 2017, Crédito y Caución prevé que el crecimiento del PIB checo se ralentice en 2018 y 2019 hasta tasas en el entorno del 3% por el enfriamiento de la zona euro y la demanda interna. En los últimos años el crecimiento del consumo privado en la República Checa, se ha visto impulsado por el crecimiento de los salarios, la disminución del desempleo y las condiciones crediticias favorables. El crecimiento de las exportaciones se ha visto respaldado por la mejora de la competitividad internacional del país. En 2017, en un contexto de inflación creciente y robusto crecimiento económico, el banco central abandonó el techo del tipo de cambio de la corona frente al euro. El límite se introdujo en 2013, con el fin de mejorar la competitividad del país, impulsar las exportaciones y contener las presiones deflacionarias. El aumento de la inflación, debido al aumento de los salarios y los precios de la vivienda, condujo a aumentos graduales en los tipos de referencia, del 0,25% de hace un año al 1,25% actual.
Las finanzas públicas son sólidas debido al crecimiento de los ingresos. La deuda pública representa solo un 32% del PIB y se espera que disminuya aún más. La República Checa no debería tener problemas para cumplir los criterios de adopción del euro. Sin embargo, la entrada en la eurozona sigue siendo un tema controvertido en la política checa, por lo que es poco probable que se produzca en los próximos años.
Pese a las buenas previsiones generales para esta economía, Crédito y Caución señala algunos riesgos a la baja. Las exportaciones de la República Checa representan más del 75% del PIB, uno de los ratios más altos de la Unión Europea y la fuerte inversión extranjera provoca que la economía checa esté muy integrada en las cadenas de valor internacionales. Esto hace que el país sea vulnerable a las pérdidas de comercio exterior. Los principales riesgos en este sentido son la rápida apreciación del tipo de cambio, que perjudicaría su competitividad internacional, o las fuertes caídas en la demanda externa desencadenadas por la incertidumbre en torno al Brexit, la escalada de disputas comerciales internacionales o una desaceleración repentina en la zona euro.
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