Según datos oficiales de la Dirección General de Tráfico (DGT) el pasado 2017 se produjeron más de 100.000 accidentes con víctimas en la Unión Europea, en los que fallecieron 25.300 personas y hubo 135.000 heridos graves, cifras que se reducen cada año debido a las medidas se seguridad implementadas por la Unión Europea (UE). En España, por ejemplo, se han contabilizado 489 fallecidos en el primer semestre de 2019, lo que supone el mejor dato en cuanto a siniestralidad vial de la historia de España.
Para alcanzar el objetivo de 0 accidentes en 2050, el Parlamento Europeo ha aprobado un nuevo Reglamento General de Seguridad. Este nuevo documento aborda los problemas específicos de los usuarios más vulnerables de la vía pública; ciclistas y peatones, y tiene en cuenta por primera vez la aparición de soluciones de movilidad sin carrocería como los patinetes eléctricos, que se encuentran a la orden del día, o las sillas de ruedas, que conviven entre los demás vehículos sin ningún tipo de regulación.
Por otro lado, desde la UE pretenden equipar a los vehículos con soluciones tecnológicas que faciliten la conducción y a su vez la hagan más segura. Asistentes de velocidad, sistemas avanzados de frenado de emergencia y de mantenimiento de carril, mecanismos de advertencia ante la somnolencia y la atención del conductor, técnicas de advertencia de distracciones y detectores de marcha atrás, son algunos de los dispositivos de seguridad con los que se pretende equiparar a los nuevos automóviles. Además, algunas de las medidas que se instauraron en el anterior Reglamento, publicado en 2014, como el aviso de olvido de cinturón de seguridad, se amplía a todos los asientos de turismos y furgonetas, y asientos delanteros en camiones y autobuses. Se contempla también la instalación de registradores de datos de eventos, comúnmente conocida como “caja negra”, con el fin de contribuir en el análisis y en las conclusiones del estudio de accidentes de tráfico, para seguir adoptando medidas que ayuden a reducir el número de accidentes en la carretera. Todos estos sistemas se incorporarán paulatinamente desde 2022 para nuevos tipos de vehículos, dependiendo de la categoría de los mismos, pero “deberán ser verificados en inspecciones técnicas periódicas que aún están por determinar. El reto del sector será adaptarse a estas nuevas tecnologías para seguir protegiendo la seguridad vial y, por su parte, los fabricantes deberán ser los primeros en cooperar con toda la información necesaria”.
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