Si las normas de nomenclatura se aplicaran al Congreso, el proyecto de ley
que concede competencias a los estados para recaudar el impuesto a la
venta entre los vendedores en internet de otros estados se llamaría Ley de
Injusticia en el Mercado.
Auspiciada por el senador Mike Enzi, un Republicano de Wyoming, y llevada
por la vía rápida al pleno del Senado esta semana, la legislación priva de
blindajes que llevan décadas en vigor, soltando a los estados hambrientos
de recaudación sobre comerciantes a los que no tienen que rendir cuentas y
escorando la partida en contra del pequeño vendedor en la red.
Con el código vigente, cualquier estado puede obligar a las empresas que
hacen negocio dentro de sus fronteras a recaudar el impuesto sobre las
ventas entre su clientela. Eso se aplica a las tiendas con sede física en
la misma medida que a los vendedores que hacen negocio por catálogo o a
través de internet. Si usted es un vendedor con sede física que hace
negocio en territorio de la colonia de Massachusetts, por ejemplo, parte
de su labor consiste en recaudar el impuesto obligatorio en Massachusetts
cada vez que realiza una venta dentro del estado. Al mismo tiempo, no se
le puede obligar a hacer las veces de recaudador de estados con los que
usted no tiene ninguna conexión física. El Tribunal Supremo ha dictaminado
reiteradamente que los comerciantes tienen que tener un "nexo tangible"
con el estado en el que desarrollan su actividad, como una oficina, un
almacén o una oficina comercial, antes de estar obligados a recaudar
impuestos en representación de ese estado.
En la práctica, esto significa que una tienda física sólo tiene que
calcular el impuesto sobre las ventas implantado en su mismo estado. Una
librería del centro comercial de Cabo Cod recauda el 6,25% del impuesto
sobre las ventas en vigor en Massachusetts; no supone ninguna diferencia
que el cliente delante de la caja registradora viva enfrente o en el otro
extremo del país. El pequeño vendedor por catálogo o por internet juega
según las mismas normas: si tienen presencia física en Massachusetts, son
responsables de la recaudación de cualquier impuesto sobre la renta en
vigor en Massachusetts. Ni los comercios tradicionales ni el pequeño
comercio en la red están obligados a recaudar los impuestos de estados en
los que no hacen negocio. Es lo justo.
Pero si el proyecto de ley del legislador Enzi es aprobado, la justicia se
esfuma. El pequeño comercio en internet se convierte en el inspector
fiscal que recauda los impuestos de todas las jurisdicciones fiscales que
en América tienen tributo sobre las ventas, unas 9.600, con sus
peculiaridades y distinciones individuales. El pequeño comercio en
internet radicado en Massachusetts deja de estar obligado a recaudar
exclusivamente el impuesto sobre la venta que se tributa en Massachusetts.
Tendrá que calcular y declarar los impuestos de Tennessee y California y
Wyoming y Nueva Jersey, cobrando impuestos distintos a clientes diferentes
y sin perder de vista de alguna forma el cambiante caleidoscopio de tipos
impositivos, definiciones, excepciones y plazos de tributación a las
ventas.
Pero el propietario de la tienda de barrio se queda igual, cobrando
exclusivamente un tipo impositivo único y presentando la declaración
correspondiente a un único estado solamente.
Los partidarios de la legislación prometen que esto va a ser menos
problemático de lo que parece. El anteproyecto incluye mecanismos de
simplificación como desgravaciones a la compra de software especializado,
y estimula la cooperación entre los estados a la hora de armonizar los
tipos impositivos y centralizar la recaudación fiscal.
MarketplaceFairness.org, un portal creado para promover los planes de
Enzi, asegura que con tecnología moderna, el pequeño vendedor en la red no
tiene nada que temer. "Seguir de cerca unos cuantos miles de tipos
impositivos", afirma de forma tranquilizadora, "deja de ser un lastre
técnico, administrativo o financiero imposible de asumir".
Para los grandes nombres como Amazon o Walmart, la perspectiva de jugar
con "unos cuantos miles de tipos impositivos locales" puede no parecer un
lastre intolerable. Para incontables negocios minoristas en la red, sin
embargo, puede ser la ruina. ¿Y qué hacemos si resulta que la tecnología
no es tan barata ni fácil como se publicita? Firmando en el Wall Street
Journal el pasado verano, el consejero delegado de Overstock.com Patrick
Byrne y su presidente Jonathan Johnson advertían contra la complacencia:
"A nuestro equipo de entre 20 y 30 expertos en nuevas tecnologías le
hicieron falta 9.412 horas repartidas en cinco meses para instalar, probar
e integrar el software que nos permite calcular de forma apropiada los
impuestos en cada estado adicional. La licencia anual del software durante
el primer año, las horas de desarrollo interno y externo y los gastos de
instalación, y el gasto en hardware y software adicional para funcionar,
ascendieron a 1,3 millones de dólares. Y eso sólo para un estado".
Cualesquiera que sean las desigualdades en el seno del sistema en vigor,
la legislación que se propone va a ser mucho peor. Hay un motivo crucial
de que al pequeño comercio solamente se le pueda obligar a recaudar los
impuestos del estado en el que está físicamente presente: cualquier otra
cosa sería gravación sin representación. No hay que permitir a los estados
que vayan más allá de sus fronteras imponiendo obligaciones fiscales al
pequeño comercio que ni vota, ni tiene voz en la creación de esas
obligaciones, ni tiene recurso político, ni posibilidad de ser escuchado.
Contra esas injusticias, los estadounidenses libramos en tiempos una
revolución. El anhelo de recaudación fiscal que consumir no es motivo para
olvidar eso.
|