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Uno de los puntos clave que determinarían la economía estadounidense dependía del resultado de la elección del nuevo presidente. Donald Trump se ha alzado con la victoria y regresa al mandato como el máximo dirigente de los Estados Unidos, algo que se ha reflejado de manera rápida en los principales índices de la bolsa de Nueva York. Los valores del Nasdaq, Dow Jones y S&P 500 se han disparado hasta máximo históricos tras la confirmación de la elección del magnate.
Esta dramatización orquestada por la izquierda demócrata es una patraña. La frase, de Guy Sorman en ABC, retrata una realidad que aparece con la victoria de Donald Trump en las elecciones de EE. UU. Al aviso de patraña le falta una advertencia. El economista y filósofo francés ha unido el término ‘demócrata’, sustantivo o adjetivo, a una izquierda que, a la vista está, no profesa la democracia y la ensucia cuando puede.
La propaganda ha sido una herramienta poderosa para moldear las creencias y actitudes colectivas, y Edward Bernays, uno de los padres de las relaciones públicas, introdujo el concepto de un “gobierno invisible” que gobierna la opinión pública mediante el control de la información. Este “gobierno invisible” está formado por expertos en propaganda y relaciones públicas que manipulan ideas y gustos sociales sin que la mayoría de las personas lo perciba.
Ellen Henrietta Swallow Richards, nacida el 3 de diciembre de 1842 en Dunstable, Massachusetts, fue una mujer adelantada a su época. Destacó como química, ecóloga y ferviente defensora de la educación para mujeres en ciencias, en un momento en que la ciencia parecía reservada exclusivamente para los hombres.
Los palestinos que viven en Gaza llevan más de un año soportando una persistente ofensiva israelí, que incluye bombardeos, incursiones terrestres con tanques y soldados, disparos de francotiradores, desplazamientos forzados y condiciones de hambre extrema. Drones armados sobrevuelan constantemente el territorio ocupado, como recordatorio de que ningún lugar en Gaza es seguro y que la muerte puede llegar en cualquier momento.
Un Boston frente a Nueva York dará el pistoletazo de salida a una temporada que, cómo siempre en la competición con más fasto y prosopopeya en el panorama baloncestístico, se entrevé colmada de altos voltajes; de equipos desinflados con etiqueta de favoritos y postergados que cobran a los primeros un tributo inesperado...
El “partido de Lincoln”, como los republicanos gustan llamarse a sí mismos, parece decidido a socavar casi todo lo que defendió y por lo que murió Abraham Lincoln. Esto incluye las iniciativas republicanas para cambiar de manera drástica la forma en que se llevan a cabo las elecciones en Estados Unidos, imponiendo restricciones sobre quiénes pueden votar y alterando los procedimientos de votación, conteo y certificación de votos.
He sido siempre muy crítico con todo lo que ha ocurrido en Venezuela desde 1999, cuando Hugo Chávez comenzó a gobernar. Lo fui especialmente en sus últimos años y, muy en particular, con la gestión, a mi juicio nefasta, de Nicolás Maduro. Y he tratado de basar siempre mis críticas en el análisis de los datos que mostraban las luces (indiscutibles) y las sombras (indisimulables) de la llamada «revolución bolivariana».
El 27 de agosto de 1934, el subsecretario de Estado William Phillips, escribe desde Washington al representante diplomático de Estados Unidos en Paraguay, Meredith Nicholson. Le corrobora que el Gobierno paraguayo, tal como sabe Nicholson, ha aceptado oficialmente y por escrito, sin reservas, la fórmula de conciliación argentina. Le informa que los Gobiernos brasileño y norteamericano están tratando de persuadir a Bolivia para que adopte una acción similar.
Ya Arthur Schopenhauer y Marcuse trataron el asunto del pensamiento único, pero lo intelectualizaron excesivamente. La definición más real, por pedestre, fue la de Sarkozy: “No podemos decir nada en nuestro país sin que uno no sea inmediatamente acusado de segundas intenciones nauseabundas. Este es el pensamiento único intolerable”.
Nos permitimos seguir votando en las elecciones presidenciales de Estados Unidos -ya que la superpotencia lleva décadas votando en nuestras elecciones- dando continuidad al primer artículo que titulamos ‘Trump y Harris contra los pueblos del mundo’. Ustedes se dirían que quizás el pueblo estadounidense podría beneficiarse en su mayoría con uno u otro resultado.
El asunto de la paz no se está tomando en serio, lo cual es una grave imprudencia. Lo necesario es un barrido total sobre el tablero de ajedrez y abandonar posiciones enquistadas. Esto ya se debió hacer en 1914, 1939 (1) y 1991, pero los secuestradores del poder, sin ninguna carta de legitimidad, como siempre, lo impidieron. El mundo está ante una inevitable reconfiguración que sólo se puede resolver mediante negociación o choque.
La Convención Nacional Demócrata que se realizó este año en la ciudad de Chicago ha sido un evento de cuatro días de duración destinado a propulsar la candidatura presidencial de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris. Muchos de los delegados presentes en la convención, provenientes de todo el espectro de la llamada “gran carpa” del Partido Demócrata, apoyan un alto el fuego en Gaza.
Estados Unidos y 10 países de América Latina rechazaron en un comunicado conjunto este viernes 23, así como la Unión Europea, el fallo del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela (TSJ) que convalidó la reelección del presidente Nicolás Maduro. “Solo una auditoría imparcial e independiente de los votos, que evalúe todas las actas, permitirá garantizar el respeto a la voluntad popular soberana y la democracia en Venezuela”.
Cada año, el 20 de agosto, el mundo se une en la celebración del Día Mundial de las Patatas Fritas, un homenaje a uno de los alimentos más queridos y versátiles en la gastronomía global. Desde sus humildes comienzos hasta convertirse en un ícono de la cultura pop y la cocina rápida, las patatas fritas han recorrido un largo camino.
Habíamos comenzado diciendo que el centro político no existe, que su identidad depende de la posición que adopte en cada momento la izquierda y la derecha. Pero, ¿acaso a su izquierda y derecha las cosas son distintas? La expresión centro político sustituyó a la de modernidad, palabra muy socorrida en los comienzos de la transición. Ya éramos, por fin, la sombra de los otros. Mientras tanto perdíamos el Sáhara occidental, la industria y las creencias.
A los pueblos del mundo nos quedan dos meses y medio hasta las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y lo que nos deparen después. Van ustedes a permitirme -como humilde integrante del pueblo de España, y, por tanto, de los pueblos del mundo- que empiece a opinar -ya lo decían nuestras abuelas ‘no por madrugar amanece más temprano’ y se contestaban ‘al que madruga Dios le ayuda’- porque la confusión trata ya -y tratará- de reinar en nuestras conciencias.
El lunes 1 de julio juró José Raúl Mulino como presidente de Panamá. Él ha prometido duplicar los salarios de su país para transformarlos en los más altos de Latinoamérica. Allí asistieron Felipe VI, rey de España, los mandatarios de nuestros vecinos Colombia y Ecuador, así como de otras naciones, incluyendo todas las presidentas de la región (Xiomara Castro de Honduras y Sandra Mason de Barbados), con excepción de Dina Boluarte.
El 13 de agosto de 1934, el embajador de Estados Unidos en Argentina, Alexander Weddell, informaba a Washington que Saavedra Lamas le había entregado copias de los telegramas que había enviado a los Ministros de Relaciones Exteriores de Paraguay y Chile, en el que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina invitaba a una reunión a los Embajadores de los Estados Unidos, Brasil, y a los representantes diplomáticos de Chile y Paraguay.
“Cuando bajamos del autobús, un soldado nos dijo: 'Bienvenidos al infierno'”. Así se expresaba Fouad Hassan, un hombre originario de Naplusa, una ciudad situada en el norte de los territorios ocupados de Cisjordania, que estuvo recientemente detenido en la prisión israelí de Megiddo.
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