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La ciencia detrás de las máquinas tragaperras y los videojuegos | |||
De igual manera que ocurre con los videojuegos, hay todo un complejo proceso psicológico y cerebral que se tiene en cuenta al desarrollar una tragaperras | |||
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Existen muchos mitos detrás del funcionamiento de este tipo de artilugios, pero las máquinas tragaperras han sido durante años una forma de entretenimiento que ha conquistado a millones de personas y han logrado evolucionar de la mano de los casinos. Además, han pasado de los establecimientos físicos al universo digital e incluso actualmente se desarrollan modelos de realidad aumentada. Pero ¿cómo funcionan? ¿qué efectos logran en el cerebro y en la psicología humana?
La historia de las tragaperras empezó con la invención de Liberty Bell, que fue el nombre comercial del aparato desarrollado por Charles Fey. Este surgió debido a que una de las 5 figuras de los tambores era la campana, que al completar una línea repartía un pequeño pago al ganador. Inicialmente, estas máquinas estaban estrechamente relacionadas con el póquer. De hecho, su principal objetivo era generar pagos automáticos a los posibles ganadores y a las diversas combinaciones del juego de cartas. Los usuarios jugaban con el fin de obtener manos ganadoras en póquer y posteriormente obtener alguna pequeña recompensa por el triunfo.
Son varios los efectos que estas máquinas generan en la mente, empezando por el premio o la recompensa que se recibe cuando se gana aleatoriamente. Esta ganancia logra activar el neurotransmisor de la dopamina y producir sustancias en el cerebro que generan una sensación de placer y alegría.
Adicionalmente, las ganancias no esperadas provocan lo que se conoce como el efecto casa de dinero. Esta teoría es aplicable a las finanzas y fue desarrollada por el Premio Nobel de economía, Richard Thaler. Según esta, los agentes tienden a incrementar su nivel de riesgo cuando juegan con un dinero que no tenían mentalmente clasificado como suyo.
De igual manera que ocurre con los videojuegos, hay todo un complejo proceso psicológico y cerebral que se tiene en cuenta al desarrollar una tragaperras. La psicología de la familiaridad es un concepto especialmente utilizado en el mercadeo y el diseño, y consiste en crear productos que activen los recuerdos y la nostalgia en los usuarios, con el fin de crear la sensación de familiaridad y de comodidad. En este sentido, el desarrollo de los temas de las máquinas tragaperras está enfocado en el mismo concepto: películas de culto, temáticas de moda y tramas clásicas para captar el interés del jugador por encima del resto. Es la misma tendencia que se ve, por ejemplo, en Disney últimamente. El uso de guiones de hace unas décadas, adaptados a formatos con mejores efectos de imagen y sonido, generan nostalgia y expectativa en los espectadores.
Según el Dr. Mark Griffiths, investigador de la conducta de la Universidad de Nottingham Trent, el uso de figuras como los superhéroes o los héroes de acción son una buena elección para diseñar máquinas tragaperras por el sentimiento de triunfo y valentía que generan en los usuarios. Actualmente, se están desarrollando máquinas interactivas que pretenden generar lazos más estrechos con el usuario para aumentar dicha sensación de familiaridad. Solamente el uso de personajes con miradas más intensas o pantallas táctiles ya puede aumentar dicha impresión.
Hace referencia a la influencia que puede tener el diseño de juego de tragaperras en la percepción del usuario. Según la psicología, los colores inducen emociones y estados mentales diversos. En el caso de las tragaperras se utilizan colores vivos y brillantes que estimulan la excitación y vivacidad. Este contexto se suele complementar con el uso adecuado de sonidos que animan al jugador, como los aplausos, las monedas y los tonos eufóricos. |
La noche de Reyes es una de las festividades más esperadas por los niños, pero también puede ser un momento de gran tensión para muchos padres. La anticipación por los regalos y la preocupación por cumplir con todas las expectativas emocionales pueden generar nerviosismo y ansiedad, no solo en los más pequeños, sino también en los adultos.
En un pequeño barrio, Ana y su vecino Carlos se encontraban siempre en desacuerdo. El motivo, aunque trivial, era el ruido que Carlos hacía cada mañana al sacar su motocicleta. Ana, molesta, comenzó a evitar saludarlo y a comentar con otros vecinos lo molesto que le resultaba. Carlos, al enterarse, asumió que Ana simplemente le tenía manía. Las cosas escalaron rápidamente: Carlos se volvió más ruidoso y Ana más agresiva con sus quejas.
El manipulador emocional es, en esencia, un estratega de lo humano, un mercader del alma ajena, cuyo objetivo es someter voluntades y saquear la libertad de quienes tienen la desgracia de cruzarse en su camino. No es un ladrón de ocasión, ni un bruto que fuerza puertas; es un maestro del artificio, un alquimista de sombras que convierte tus certezas en arena entre los dedos.
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