La mujer Afgana sigue siendo víctima de la discriminación, coacción y violencia de género en un país donde la igualdad entre sexos sigue siendo un espejismo. En el conflicto Afgano la mujer es la gran olvidada.
El Ministerio de Asuntos de la Mujer anunció hace dos días una nueva campaña mediática con el objetivo de “luchar contra la violencia de género y promocionar la figura de la mujer en el ámbito público,” según informó la subjefe interina del ministerio, Muzhgan Mustafvi.
La campaña se realizará simultáneamente en 10 provincias y consistirá en diversas iniciativas mediáticas como posters, carteles, folletos y panfletos que serán distribuidos en aldeas, pueblos y ciudades.
Este tipo de campañas vienen realizándose desde el año 2003 con escaso éxito, pero parece que tanto el gobierno Afgano como la comunidad internacional siguen obcecados en promocionar unos derechos fundamentales que, aunque recogidos en la constitución del país, en la práctica distan de cumplirse, sobre todo en el ámbito provincial. Promoción sin acción inmediata.
“Necesitamos hechos y no palabras,” según declaró una de las mujeres trabajando en el Ministerio de Asuntos de la Mujer cuya identidad debe permanecer en el anonimato por motivos de seguridad.
“Este tipo de campañas son un despilfarro de dinero y casi nunca tienen éxito. Lo que las mujeres Afganas necesitan es una campaña que obligue a los sectores conservadores, tanto en el gobierno como en la sociedad, a cumplir con la ley. En este país la ley es una gran mentira, y el gobierno ampara a los criminales que atentan contra los derechos de la mujer,” añadió la confidente del ministerio.
Los artículos constitucionales que en teoría protegen los derechos de la mujer en la práctica son papel mojado. Según el Artículo Tercero de la Constitución afgana “ninguna ley puede contradecir los principios y preceptos del Islam.” Lo que significa que la ley afgana siempre esta a merced de la ley Sharia, o religiosa, impulsada tanto por diversos sectores del parlamento como por los sectores más extremistas de la sociedad Afgana.
Un ley religiosa que, además, contradice los preceptos básicos de El Corán, el libro sagrado de los musulmanes. “No existe distinción entre hombres y mujeres,” según se puede leer en el Verso 124 del mismo.
Sima Simar, la Jefa de la Comisión Independiente para los Derechos Humanos en Afganistán, informó recientemente que “el nivel de violencia contra la mujer ha aumento un 25% durante los primeros meses de 2013”.
Las mujeres Afganas tienen una esperanza de vida de 45 años. Una cifra escandalosamente baja que se explica debido al elevadísimo número de muertes durante el parto así como a la violencia contra las mujeres.
“La violencia de género está tan extendida en Afganistán que puede calificarse de pandemia en el país. Alrededor del 87% de las mujeres Afganas son víctimas de la violencia de género, la cual puede presentarse en diversas formas: física, psicológica, sexual y económica. Asimismo, las mujeres sufren todo tipo de abusos sociales y muchas veces deben aceptar matrimonios forzosos,” según explicó Mlambo-Ngcuka, la Jefa de UN WOMEN, la agencia de la ONU que se encarga de los derechos de la mujer.
Mujeres en cargos públicos, una muerte anunciada
Para las mujeres Afganas trabajando en cargos públicos, o al frente de organizaciones no gubernamentales, asociaciones o empresas privadas, el riesgo de muerte se ha convertido en parte de su trabajo.
Éstas no sólo son víctimas de los ataques Talibán, absolutamente en contra de cualquier iniciativa a favor de la igualdad de derechos, sino también de la intransigencia y machismo de muchos de sus conciudadanos.
En Afganistán, las mujeres trabajando en cargos públicos o de lideraje suelen tener los días contados. A menudo, la libertad se salda con sus vidas.
Como el reciente caso de la Inspectora de Policía Negar, una de las pocas mujeres policía con un cargo de mando en la sureña provincia de Helmand, asesinada el pasado septiembre durante un ataque insurgente. Negar ocupo el cargo después de que su predecesora, Islam Bibi, también fuera asesinada a balazos por un grupo criminal que todavía no ha sido identificado.
El 2013 ha sido un año especialmente difícil para las mujeres con responsabilidades públicas y privadas. También en septiembre Sushmita Banerjee, activista por los derechos de la mujer en Afganistán, fue asesinada en la puerta de su casa en Paktika, provincia situada al este del país. Y en agosto, la parlamentaria Friba Kakar fue secuestrada y puesta en libertad varias semanas después a cambio de la liberación de varios prisioneros Talibán.
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