| Ficha técnica | 2 - Real Madrid: Diego López (1); Carvajal (2), Pepe (2), Sergio Ramos (1), Marcelo (2); Xabi Alonso (2), Modric (2), Di María (1), Bale (0), Cristiano Ronaldo (3); Benzema (2).
0 - Granada : Roberto (2); Nyom (1), Mainz (1), Murillo (0), Angulo (1); Iturra (1), Recio (1), Fatau (1), Piti (1), Brahimi (0); El Arabi (0).
Cambios: En el Real Madrid, Jesé (1) por Bale (min. 45), Isco (1) por Benzema (min. 73) e Illarramendi (1) por Di Maria (min. 86); en el Granada, Morán (1) por Iturraspe (min. 45), De Marcos (1) por Mikel Rico (min.45) e Ibai Gómez (1) por Muniaín (min. 66).
Goles: 1-0 Cristiano Ronaldo (min. 56); 2-0 Benzema (min. 74).
Árbitro: Gil Manzano (colegio extremeño) (0) En los locales amonestó con tarjeta amarilla a Sergio Ramos (min. 16), Benzema (min. 53), Modric (min.59) y Di Maria (min. 64). Mientras que en los visitantes amonestó a Murillo (min. 8) e Iturra (min. 64).
Incidencias: 80.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu. Terreno de juego en buenas condiciones. Cristiano Ronaldo ofreció, en los prolegómenos del encuentro, su Balón de Oro a los aficionados del Real Madrid. |
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El estado de optimismo está echando raíces en el Real Madrid. Se acuestan, provisionalmente, al frente de la clasificación, inyectando presión a Barcelona y Atlético de Madrid. Lo hacen tras imponerse sin brillantez al Granada. Fue una tarde de fiesta carente de un excelso fútbol. Desde el comienzo hasta el final. El argumento arrancó con Cristiano Ronaldo ofreciendo su reciente Balón de Oro al Santiago Bernabéu (espectacular mosaico en negro y oro) pero se torció debido al juego grisáceo. Fueron tres puntos, sumando ya nueve triunfos consecutivos y con siete partidos con el cerrojo echado en defensa. Este Real Madrid está entrando en ebullición de resultados, buen síntoma cuando se avistan los meses cruciales del campeonato.
Era el momento más deseado por aficionados y compañeros de Cristiano Ronaldo. No tocaba celebrar o abrazarse por la consecución de un tanto, sino porque el portugués alzaba al cielo de Madrid su segundo Balón de Oro, el primero que consigue vestido de blanco, el trofeo que conquistó tras muchas tardes de esfuerzo y goles. Cristiano Ronaldo, por consiguiente, fue recompensado con una sobresaliente ovación, en un acto que supuso ver como otro madridista, el octavo, se hacía con este trofeo; más concretamente el tercero que lo hace con la camiseta blanca, pues anteriormente lo hicieron Di Stéfano (1957 y 1959) y Kopa (1958).
Era la fiesta de Cristiano Ronaldo. El portugués como buen anfitrión no quiso desentonar, aunque no completara una tarde de videoteca. El siete blanco fue de lo más potable en un colectivo que se tomó la tarde como una jornada en la oficina. No se salieron de ese carril de deshacerse del adversario con la menor exposición de energía. De todo lo acontecido en el primer período apenas pueden rescatarse un par de momentos para el recuerdo.
Ni el Real Madrid ni el Granada, gustoso por empatar desde antes de arrancar el encuentro, tuvieron argumentos para no desplazar ese ritmo cansino, carente de emociones, de ocasiones y de acciones con las que gratificar a los espectadores. No sucedió nada de nada. La excepción estuvo al filo del descanso, cuando Cristiano Ronaldo dibujó una perfecta chilena, a centro de Modric, que obligó a Roberto a mostrar todas sus dotes de portero. El resto una historia tan aburrida que hasta podría decirse que fue de los peores primeros tiempos del Real Madrid.
Dulce reacción
Pero ese remate sirvió como aperitivo. Los pitos se convirtieron en aplausos y en una disposición del público de empujar al Real Madrid. A los diez minutos de la reanudación marcó Cristiano Ronaldo. El portugués recibió de Modric y él mismo se fabricó el espacio en el área para embocar el balón en la red, evitando apuros futuros al Real Madrid.
Eran los momentos calientes más calientes. El Real Madrid, con Modric al mando, empezó a moverse, a dar mayor velocidad al balón, más ritmo, más combinaciones y con más espacios como recompensa. El Granada empezaba a resquebrajarse. Ya no era el equipo ordenado y tampoco vivía cómodamente. A la fiesta se sumó, desgraciadamente, el árbitro. Su falta de criterio molestó a unos y otros. Se veía venir desde que indultara a Murillo nada más comenzar el encuentro tras una escalofriante entrada sobre Bale. El galés, por cierto, se apagó en ese momento. Ésta vez, despertó dudas en las gradas.
Con el marcador a favor, el Real Madrid comenzó a moverse cómodamente en su salsa. Era otro partido. Habían dado otra velocidad y todo corría ya a favor. Marcelo, en una de sus múltiples incursiones por banda, asistió a Benzema. El francés marcó a puerta vacía. El Madrid se divirtió sin forzar la máquina y el público saboreó otra victoria, la del triunfo, con liderato (20 meses después) incluido, de la fiesta de Cristiano Ronaldo.
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