Sólo un ciego podría dejar de ver lo que está sucediendo en este país, el punto de degradación de la sociedad española al que hemos llegado, la amenaza de una involución política, cultural y económica que puede llegar a acabar con la Constitución, ésta que el pueblo se dio para regir sus destinos, salvaguardar los derechos individuales de los ciudadanos, garantizar la seguridad jurídica de las operaciones mercantiles, defender el derecho de propiedad, mantener la división de poderes entre el legislativo, el ejecutivo y el judicial, y evitar que los intereses partidistas, los intentos separatistas de algunos sectores de la población o la irrupción de doctrinas de tipo igualitario, totalitario, sectarias y revolucionarias procedentes de otros países, con la evidente intención desestabilizadora a la que nos tienen acostumbrados aquellos regímenes que mamaron de la visión revanchista y dictatorial del antiguo bolchevismo revolucionario ruso, que tanto daño han causado a la humanidad y que muchos pensaron que con, el llamado fin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas mediante el acuerdo internacional firmado el 8 de diciembre de 1991 por los presidentes de la RSFS de Rusia, RSS de Ucrania y RSS de Bielorrusia (Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkiévich, respectivamente), se llegó a la disolución del Estado socialista más grande del mundo, un hecho que también supuso el fin de la Guerra Fría; el mundo se habría librado de semejante sistema dictatorial e intervencionista que causó la desgracia, la pobreza, la opresión, la muerte y el desastre económico de todas las naciones que intentaron implantar semejante régimen de gobierno.
Las noticias que se van conociendo de las primeras actuaciones del nuevo gobierno de coalición de socialistas y comunistas no hacen sino confirmar los negros presentimientos con los que acogimos la llegada de Pedro Iglesias y su equipo de gobierno al poder. Lo que, de momento, resulta más espectacular y preocupante es el hecho de que el señor Sánchez ha demostrado estar dispuesto a pasar como una apisonadora por encima de todas las leyes que estime que puedan representar un obstáculo para su permanencia el frente del ejecutivo. Primero anuncian que tienen intención de revisar el CP para modificar o suprimir el gravísimo delito de “secesión”. Casualmente es uno de los delitos, el más grave, por el que han sido condenados, por el TS, la mayoría de los separatistas que hoy cumplen condena en la cárcel. Por mucho que la ministra Montero intente pretender enseñarnos leyes a los españoles, nadie se va a tragar que este delito que, hacía años infinitos que no se tenía necesidad de ser juzgado, ahora, de pronto, los políticos de izquierdas se han dado cuenta de que es “urgentísimo” revisarlo. Resulta, hasta pueril, el bajo concepto que tienen desde el Gobierno del grado de inteligencia de los españoles.
La nueva ministra de Trabajo, la señora Yolanda Díaz, tampoco hay que tomársela a broma, porque lleva unida a su personalidad política la divisa morada de la cabaña de Podemos, algo que, de por sí, nos lleva a dudar de que sea capaz de ser objetiva en su misión de compaginar los derechos de los trabajadores con los de los empresarios. Una persona capaz de tachar a los empresarios de “una apisonadora de derechos” ya nos pone sobre la pista de cuáles van a ser sus actuaciones y en quienes va a poner en constante vigilancia para no dejar pasar la menor falta. Por de pronto, ya se conoce que va a darle mucho más poder a la Inspección de Trabajo, algo que puede llegar a convertirse, si se abusa de dicho poder, en un medio de chantajear al empresariado, teniendo en cuenta que tienen previsto modificar la “reforma laboral” dándoles más poder a los sindicatos ( una de las ventajas de la reforma que disminuía el poder de la UGT y CC.OO en la marcha de las empresas) y una de las medidas más absurdas que se puedan tomar por cuanto perjudican gravemente a empresas de un sector que se encuentran en peores condiciones que las otras; consistente en que, los convenios sectoriales, siempre serán los que deban aplicarse por encima de los particulares de cada empresa del ramo.
Para tener compañía en la tarea de machacar a los empresarios, se ha hecho acompañar de un señor, afecto a Podemos, un profesor universitario Joaquín Pérez Rey que ha sido nombrado Secretario de Estado de Trabajo y que mantienen estrechas relaciones con los sindicatos de trabajadores. Siempre ha sido especialmente duro con la reforma laboral del PP lo que nos anuncia posibles problemas con la UE que fue, si quieren recordarlo, la que nos impuso dicha reforma para concedernos ciertas ayudas para evitar la caída de nuestra banca.
Pero el gran rifirrafe está centrado, sin duda, en el comportamiento sumiso, tolerante, pasivo, prevaricador e intolerable desde el punto de vista moral y ético, del actual Gobierno, al permitir que unos presos condenados por graves delitos de secesión, malversación de caudales públicos y desobediencia, a los que se ha permitido salir de la cárcel, sin el traje de rayas, para declarar ante una de esta comisiones que no debieran existir debido a que, lo único que se propone, es intentar deslegitimar la aplicación, en Cataluña, del Artº 155 de la Constitución; cuando, en realidad, lo que debiera de juzgarse sería el por qué no se mantuvo durante más tiempo y se permitió que aquellos, que intentaron la separación de la comunidad catalana de España, pudieran seguir maquinando en contra de la unidad de la nación española; hayan aprovechado su presencia ante la indicada comisión para explayarse a su gusto, demostrar que siguen dispuesto a luchar frente a España, para conseguir sus propósitos independentistas, tan pronto como tengan ocasión de intentarlo de nuevo.
¿Dónde está el arrepentimiento que es preciso para conseguir el tercer grado?, ¿dónde, señores, van a encontrar la justificación necesaria, los socialistas, para que se favorezca a estos reos para que consigan los beneficios penitenciarios que contemplan las leyes?, ¿Tendrán la cara dura de amnistiarlos o indultarlos ante la evidencia de que, todos ellos, no tienen otra idea en mente que seguir maquinando maldades para conseguir sus espurios objetivos? No está de más que mencionemos la opinión de un histórico columnista del Washington Post, el señor George F. Will, que en un artículo titulado “Secesionistas catalanes sirven una sopa de ficción y paranoia” pone a caldo a toda esta pandilla de traidores a la patria. En dicho reportaje califica a los catalanes secesionistas de “demagogos” que “quieren destruir la nación” y de “traficantes de resentimientos populistas que avivan los sentimientos de victimización” Un buen repaso al frentismo del señor Junqueras, a cargo de un columnista que conoce a fondo el problema catalán. Lincoln se preguntaba, en uno de sus discursos, si “un contrato puede ser pacíficamente deshecho por menos de todas las partes que lo hicieron”. Una idea interesante para los juristas catalanes defensores del proceso separatista. Y es que es evidente, como afirma el Washington Post, que “Cataluña nunca fue una parte soberana contratante”, ¡quizá debieran consultar, sobre este tema, al señor Groucho Marx!
Y para terminar este comentario, debiéramos recomendar a la ministra portavoz del Gobierno que se atempere, se tranquilice y se tome la molestia de pensar antes de mentir. Ya que está dispuesta a ello que se tome el tiempo necesario para que, sus mentiras y disparates, tengan una cierta cohesión y sus ruedas de prensa, dejen de convertirse en un verdadero galimatías que no tienen por dónde cogerse. Mal, muy mal el elenco femenino de feministas, comandado por la señora Calvo, también experta en no dar ni una en el blanco; mucho nos tememos que, en este caso, agradeceríamos que, ya que, por lo visto hay paridad de mentirosos dentro del gabinete gubernamental, que se le diera una oportunidad a alguna persona que, ya que es imposible que no mienta, al menos que lo haga con más estilo y menos despotismo. Sería de agradecer.
Mientras tanto no hemos escuchado a ningún ministro o portavoz del Gobierno dar una explicación creíble respecto al encuentro de Sánchez con el señor Jorge Soros ni tampoco ¿cómo es posible que todos los medios, la policía, los funcionarios del aeropuerto madrileño vieran a la señora Delcy Rodríguez circular por el aeropuerto y, el señor Ábalos, que fue expresamente para impedir que la policía la detuviera, no la vio, no la quiso ver o le ordenaron que sólo hablase con un holograma de la mentada dama. Quizá le ocurrió al señor Ábalos algo parecido a lo que le sucedió a Ebenezer Scrooge, del cuento de Dickens, y se le presentara un fantasma que, una vez mantenida la entrevista de 25 minutos con él, se esfumó en el aire para tomar el otro avión que la esperaba, sin pisar suelo español.
O así es como, señores, desde la óptica de un simple ciudadano de a pie, vemos cómo, mientras vamos pasando de disgusto en disgusto a la vista del poco respeto por la justicia, por las leyes y por la Constitución de estos arribistas que han conseguido hacerse con el Gobierno; vemos con ojos como platos a causa del asombro, cómo estas ministras feministas que estuvieron criticando agriamente al gobierno de Rajoy por no saber evitar el cúmulo de muertes entre mujeres, causadas presuntamente por hombres machistas; no han mencionado para nada la muerte escalofriante de esta niña de 5 años y de su abuela en manos, presuntamente, de la madre. ¿Esta es la igualdad que reclaman: silenciar los crímenes cometidos por mujeres para cargar las tintas en los que cometen los hombres? Pero todavía hay algo que nos preocupa más y es que, en lo que llevamos del mes de enero, bajo el gobierno (que, por cierto, ya gobernó durante el pasado año) de coalición y con los ministerios implicados en evitar esta lacra, ya son siete los casos de mujeres presuntamente asesinadas por sus compañeros ¿en qué se nota la mejora respecto a gobiernos anteriores? Si siguiéramos con esta macabra tendencia llegaríamos a final de año con más de 80 crímenes de género. Ya deben espabilar porque, si fracasan, no tendrán a quien darle la culpa y, por cierto… no sólo en este tema. Que en la gloriosa jornada/ iba firme la pisada/ al redoble del tambor.
|