Roberto Carrera / Madrid
Después del éxito histórico en el Conde de Godó, Kei Nishikori mantiene
su romance con la arcilla nacional metiéndose en su primera final de
Masters 1000, tras un partido donde tuvo que superar sus problemas de
espalda y la fe infinita de un David Ferrer que salvó hasta nueve bolas
de partido en un último juego irrepetible.
Fue uno de esos encuentros por los que uno se engancha al deporte de la raqueta.Tremendo en su igualdad y glorioso en su épica. "¡¡Sí se puede!!", "¡¡sí se puede!!", gritaban los aficionados en un último juego espectacular, interminable, hermoso, contagiados con la garra de un Ferrer que lo dio todo.
Bajo la noche madrileña, Nishikori demuestra ser uno de los jugadores más en forma en la temporada de tierra marcando un récord personal de catorce victorias consecutivas. Ferrer luchó hasta el tercer set, donde el estado de gracia de su rival marcó las diferencias. Kei se enfrentará mañana a Nadal con horas de trabajo en sus piernas y dudas sobre su espalda, pero con toda la ilusión de mantener vivo el sueño español.
Sin saque en el momento clave
Comenzaron ambos jugadores sólidos desde el fondo. Ferrer dándole velocidad y colocación al servicio (hasta cinco aces en el primer set) y Nishikori resisitiendo unos peloteos donde David llegaba a todo. Con 3-2 llegó la primera oportunidad de rotura que el de Jávea confirmó con una derecha ajustada. Todo parecía estar de cara para el español, que perdió las sensaciones con el saque en el peor momento posible.
Con 5-3 y a un juego de anotarse el set inicial llego el break del japonés, que trajo las primeras dudas para Ferrer y llevó el partido a la muerte súbita. Con un tanteo ajustado (7-5) el nipón ponía tierra de por medio, asestando además un importante golpe moral al tenista alicantino.
El más fuerte en la cuerda floja
En la reanudación de nuevo David coqueteó con la rotura, que haría suya en el séptimo (4-3), y otra vez Kei Nishikori decidió que no era el momento para escapadas, devolviendo el break a la siguiente oportunidad. Hasta dos veces tuvo que pedir el fisio el japonés por sus problemas en la espalda, que no obstante no parecían repercutir en su juego. La consistencia del primer nipón en la historia que alcanzará el prestigioso 'top ten' parecía no tener fin. Como una extensión de lo visto en Barcelona al que la altura madrileña no modificaba un ápice.
Con el marcador reflejando un peligroso cuatro a cinco para el pupilo de Chang llegó el momento mágico de David para alargar todavía más la novela. Bola de partido en contra que se desvanece con tres primeros grandiosos. Costó lo indecible cerrar la manga, con peloteos de enorme nivel por parte de ambos jugadores en el duodécimo juego. A pesar de ceder hasta dos ventajas al japonés, finalmente el tercer set tuvo a bien aparecer para júbilo de los espectadores.
El imperio acecha la Península
Por tercera vez atendió el cuerpo médico del torneo a Nishikori, al que la paliza contra el de Jávea se le estaba quedando escrita en el cuerpo. En esta ocasión los gestos de dolor fueron más evidentes, pero el de Shimane continuó el partido sin más quejas.
La tuvo David hasta en dos ocasiones con dos iguales, pero Nishikori volvió a dar el zarpazo en el momento adecuado. Sin recuperarse de la oportunidad perdida, Ferru se vio con un break abajo que Nishikori mantuvo hasta el final.
Poco se puede decir más que agradecer a estos dos tenistas por elevar al tenis a la categoría de leyenda en una batalla estremecedora. El mejor homenaje posible para ratificar que no solo cuatro ponen los pelos de punta en el circuito actual. El tenis es eterno.
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