El emprendimiento conlleva riesgos y plantea dificultades y conflictos que pueden llegar a ser desmoralizantes. En el mundo empresarial muchos quebraderos de cabeza encuentran una solución más fácil a través del dinero y de la inversión económica. El capital es el atajo más corto hacia el éxito. Además, no es lo mismo iniciar una aventura empresarial sin contar con fondos iniciales, que hacerlo con un respaldo económico fuerte, lo que permitirá asumir más fácilmente un hipotético fracaso.
Sea como fuere la financiación empresas es necesaria, tanto para la fase inicial, como para una fase más avanzada y consolidada de un proyecto.
Diferentes maneras de conseguir financiación para tu empresa Empresas de financiación: se trata de empresas que se dedican a conceder préstamos para que los empresarios puedan iniciar o continuar con su actividad.
Ayudas públicas: el Estado siempre dispone de ayudas para empresas a nivel estatal y autonómico. La cuestión es que para recibirlas hay que cumplir una serie de requisitos indispensables.
Financiación bancaria: una de las alternativas más comunes es solicitar un préstamo a una entidad bancaria. Crowdfunding: es un tipo de financiación para empresas a través de pequeñas contribuciones de un gran número de personas.
Capitalización de la ayuda al desempleo: los parados que estén recibiendo una prestación de desempleo pueden solicitar un pago único de la cantidad que deberían recibir para poder invertirlo en la apertura del proyecto empresarial. Business angels: son inversores que se sienten atraídos por ciertas ideas empresariales y deciden participar en ellas. La parte negativa es que suelen exigir una cuota de intervención en las decisiones de la empresa.
Capital de riesgo: se trata de inversores que deciden apostar por empresas que no cotizan en bolsa con la esperanza de que el negocio arroje beneficios futuros de los que recibirán una parte.
Por qué puedo necesitar financiación Los emprendedores pueden necesitar financiación para un negocio propio o financiación para empresas en crisis que necesitan ser reflotadas.
Inicio de la actividad: comenzar un negocio conlleva unos gastos que es posible que no puedas cubrir con tu capital inicial. El simple hecho de constituir la empresa ya supone un buen pico, a lo que hay que añadir el alquiler del local, el mobiliario, la maquinaria o los aparatos necesarios para comenzar a desarrollar la actividad, las materias primas y el material de oficina, los gastos de gestoría y un largo etcétera.
Adquisición de empresas: puede que, siendo ya empresario, se te plantee la posibilidad de ampliar negocio y comprar otro, independientemente de si tiene relación directa o indirecta con el negocio inicial.
Concurso de acreedores: una empresa que no puede hacer frente a sus pagos entra en concurso de acreedores. Puede estar motivado por causas internas como una mala gestión o por causas externas como la morosidad de los clientes. Se trata de un plan para hacer frente a las deudas de una manera más cómoda y holgada.
Ampliación de capital: puede aumentarse el capital social de una empresa con la entrada de nuevos socios, quienes necesitarán el dinero necesario para llevarla a cabo.
Liquidez para afrontar pagos: la liquidez es un elemento muy importante para una empresa porque va a permitir acometer nuevas inversiones, pagar a proveedores… sin embargo, una empresa no siempre dispone de líquido como para poder hacer frente a esos gastos.
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