Que surjan partidos extremos, que propongan la autodisolución de España, por ejemplo, es
lógico en una situación de caos y de inseguridad como la que vivimos, época en la que todo
vale, cualquier valor es discutible (hasta el de nación o patria) y hasta Belén Esteban vende
libros. Estamos desorientados y cualquier cosa nos sirve como buena.
Y dado que España es un país de izquierdas, es lógico que ese partido sea de izquierdas, incluso
de extrema izquierda. Podemos es una engañifa que nos va a poner un sueldo a todos por el
mero hecho de ser españoles. No. Bueno, por el mero hecho de vivir en España, que vamos
a abrir las fronteras a todo hijo de vecino que quiera venir con su miseria y podredumbre a
instalarse entre nosotros, disfrutando gratis et amore de nuestra Seguridad social, nuestra
enseñanza y nuestras libertades, somos así de generosos, oiga. Hay veces que la democracia
pierde su sentido.
Siempre he pensado, sin embargo, que la culpa de todo la tienen los partidos que
llamamos tradicionales o mayoritarios. Hartos nos tienen con sus corrupciones (¿Hay
alguno que se libre?), con sus incumplimientos de promesas (¿Hay alguno que se libre) o
con sus inconsecuencias y sus peleas internas. No hay ninguno que se libre. De la actual
situación tienen la culpa el PSOE que negó empecinadamente la crisis y que se ha aliado
tradicionalmente con nacionalistas disgregadores (Las últimas palabras de Felipe González
sobre Pujol son clarificadoras) y el PP que, además de venderse también a los intereses
nacionalistas cuando le convino, tradicionalmente se ha negado a representar el papel
conservador que le corresponde y lleno de complejos ha preferido desatender a sus votantes
y representar un papel plano e insustancial, no vaya a ser, oh, Dios mío, que le diga que es de
derechas.
Si a todo ello le añadimos la corrupción que nos enmierda a todos hasta las orejas, la crisis
bancaria asistida por el Estado y el incumplimiento de los programas electorales tenemos la
clara situación del momento de crisis en que nos encontramos. Es España una nación extraña
y desequilibrada, ajena a la situación social de los países con los que se debería equiparar. Sólo
un 25% de los ciudadanos defendería España, el concepto de nación está permanentemente
puesto en discusión (¿Por qué los nacionalismos catalán y vasco no existen apenas en Francia?
¿Nos es para hacérnoslo mirar?) y no existe ese partido de derechas que existe en Francia,
por ejemplo. Noooooo, aquí todos somos moderados, centrados, equilibradísimos, somos
un país en el que gritar Viva España o exhibir la bandera es un acto sólo propio de fachas o
degenerados. ¿Sucede algo así en Francia, Portugal o Estados Unidos? ¡Válgame la Macarena!
Vox podría haber sido ese partido pero perecerá víctima de los conflictos internos (¡Cómo
no!) y del desinterés de los españoles (ah, no, yo de derechas no, vade retro, Satanás).
Ciudadanos y UPyD podrían representar también ese papel de renovación y regeneración
que tanto necesita nuestra democracia, pero además de sus propios problemas internos
tampoco parecen gozar de la simpatía general de los votantes. No, no, aquí todos somos muy
de izquierdas y muy progresistas, faltaría más.
Eso sí, en cuantito Podemos se haga con el poder nos van a poner piso a todos y un sueldo sin
necesidad de trabajar.
|