Después de que los republicanos hayan obtenido la mayoría de los
escaños del Senado y se hayan impuesto en la Cámara de
Representantes en las elecciones legislativas celebradas en Estados
Unidos, el presidente norteamericano, Barack Obama, se enfrenta a
un Congreso que le pondrá difícil que sus propuestas prosperen.
Los dos últimos años del Gobierno de Obama pueden ser los más
duros a los que se ha enfrentado el presidente del "Yes, we can", que
desde las elecciones de medio término de 2010, en las que los
demócratas perdieron muchos escaños y el control de la Cámara de
Representantes, se ha ido encontrando con las manos cada vez más
atadas.
Obama deberá enfrentar sus últimos dos años en el poder con una oposición
fortalecida y capaz de imponer decisiones en materias tan importantes como la seguridad
fronteriza o la política energética. Es más, el Senado con mayoría republicana también es
capaz de comenzar investigaciones contra la Casa Blanca, como lo ha hecho la
Cámara de Representantes desde 2011, cuando pasó a estar dominada por la oposición.
Algunos demócratas han culpado al Gobierno de no haber intervenido lo suficiente para
evitar esta caída, con un presidente consciente de la caída de su imagen que ha
preferido mantenerse al margen de la campaña electoral para intentar no perjudicar a
los suyos.
Las pesadillas de los demócratas finalmente se han hecho realidad. Las pérdidas en los
estados de Colorado e Iowa han sido especialmente duras por ser bastiones de
Obama desde que alcanzó la presidencia en 2008. Los republicanos también han
alcanzado el poder en Montana, Dakota del Sur, Arkansas, Virginia Occidental, y
Carolina del Norte, otros lugares que habían sido santuario de los demócratas.
Pocas opciones le quedan a Obama que no sean colaborar con los republicanos y, antes
de ello, aprovechar lo conocido como 'lame duck', el breve periodo que queda desde ahora
hasta que el nuevo Congreso tome posesión, para que se aprueben algunas de sus
propuestas.
LA REFORMA MIGRATORIA, CADA VEZ MÁS LEJOS
Después de un año de inacción en el tema migratorio por parte de Obama y el
Congreso, lo que se ha visto traducido en una caída del apoyo de los inmigrantes tanto a
republicanos como a demócratas, las dificultades para que la reforma migratoria salga
adelante son más numerosas que nunca.
La reforma migratoria es uno de los principales compromisos de Barack Obama con
sus electores, y el Senado, hasta ahora de mayoría demócrata, aprobó ya una legislación al
respecto en junio de 2013, cuyo trámite quedó estancado en la Cámara de
Representantes, de mayoría republicana.
La popularidad de Obama ya se desplomó entre los latinos el pasado mes de
septiembre, cuando pospuso para después de las elecciones de medio término su
promesa de poner en marcha medidas ejecutivas para aliviar la situación de los
inmigrantes ante el bloqueo de los republicanos.
Obama, que había prometido en su campaña una reforma migratoria para sacar de las
sombras a por lo menos 11 millones de indocumentados, ha pasado ahora a ser llamado
el 'Deportador en Jefe' por el récord de al menos 2,3 millones de inmigrantes
deportados durante su mandato.
Para los inmigrantes, han sido insuficientes las medidas ejecutivas de Obama, como la
Acción Diferida (DACA, por sus siglas en inglés), que aprobada en junio de 2013 ha
permitido que más de medio millón de jóvenes que llegaron al país de niños se hayan
beneficiado de esta 'semi-legalización' con dos beneficios: protección frente a una
posible deportación y permiso de trabajo.
Otras medidas ejecutivas podrían ser aplicadas antes de final de año, pero la mayoría
republicana seguirá siendo un obstáculo para que Obama consiga hacer prosperar
algunas de sus propuestas más importantes antes de que acabe su mandato.
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