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La pandemia del siglo XXI

Un refrán dice que no hay mal que por bien no venga. Ojala sirva esta pandemia para salir fortificados
Carmen Muñoz
lunes, 20 de abril de 2020, 08:40 h (CET)

El Covid-19 a puesto al mundo a cavilar. Hasta el momento presente no se sabe a ciencia cierta ni el modo de propagación, ni el tratamiento más efectivo, ni tenemos vacunas disponibles. Tampoco sus inicios son exactos, hay versiones para diversos gustos, que si ha sido algo fortuito, que si ha sido planificado pero se les fue de las manos al que fuera, que ha sido algo político a niveles superiores mundiales ...... lo único cierto es que nos ha pillado de sorpresa, desprotegidos y con un gobierno preocupado por ellos mismos y dedicado en todo momento a sus propios partidos y a no perder sus sillones con soflamas demagógicas perversas unas, incongruentes otras, pero encaminadas a obnubilar a la ciudadanía, liberarse de la culpa del desastre sanitario que estamos padeciendo, echar balones fuera culpando a diestro y siniestro a todos los que se les ponen por delante. Todo ello es consecuencia de ser unos ineptos para ocupar los cargos que deben desempeñar.

Pero no tenemos solamente una pandemia sanitaria, un coronavirus nuevo en el que se está aprendiendo sobre la marcha como atajar el problema. Como bien dice Felipe González “Un error en política se puede perdonar pero nunca se puede perdonar la estupidez”. Tiene toda la razón, en momentos tan graves como el que estamos sufriendo actualmente, no se puede tener un comportamiento tan pusilánime como el que están demostrando todos los políticos, sobre todo el gobierno. Tienen que ponerse de acuerdo para evitar la segunda catástrofe, económica en este caso, que se avecina.

El gobierno tiene que contar con la oposición en sus tres grupos, aparcar los orgullos, dejarse aconsejar por los expertos, buscar personas competentes para salvar esta horrible situación, tanto sanitaria como económica.

Para echarse la culpa unos a otros ya habrá tiempo, para que la justicia actúe también, para tomar conciencia de la vulnerabilidad que tenemos en muchos aspectos, también.

Un refrán dice que no hay mal que por bien no venga. Ojala sirva esta pandemia para salir fortificados. Acaba de terminar la Semana Santa y estamos en tiempos de la Resurrección de Cristo y al igual que ha cambiado la vida de los cristianos ofreciéndonos una vida nueva iluminandonos en la oscuridad, de igual modo deberíamos seguir cuando termine el confinamiento y todo lo demás, con la misma motivación de ayuda al prójimo, de saber valorar lo que tenemos, vivir con más tranquilidad sin ese estrés que nos venía consumiendo, saboreando cada minuto y disfrutando de todo lo que nos da gratuitamente la naturaleza. Incorporar la moral y la ética en todas las profesiones, al margen de las ideologías políticas de cada uno, desechar la corrupción tan generalizada actualmente, resumiendo, una vida en paz y concordia, buscando lo mejor para todos, no solo para unos cuantos. Esto que parece una utopía, se puede llevar a cabo si dejaran de llevarse el dinero unos pocos, sangrar a muchos a base de impuestos, gestionar adecuadamente el dinero del país, porque haberlo haylo, lo que pasa es que se lo adjudican a placer los políticos, y así, no hay manera.

Hay que disminuir el número tan exagerado de ministros, diputados, senadores, asesores, directores generales, sueldos y prebendas vitalicias, y todo el personal que ellos conllevan. Quien quiera dedicarse a la política que haga una licenciatura y una oposición. Simplemente para ocupar un cargo de auxiliar administrativo en un organismo público, se exigen una serie de conocimientos previos y superar un examen tipo oposición. Para ser ministro o vicepresidente, ¿què estamos exigiendo? Teniendo en cuenta que el sueldo se lo pagamos entre todos, lo mínimo que deben tener es unos conocimientos superiores y experiencia en el ministerio y cargo a desempeñar. Cuando termine su mandato que regresen a su puesto anterior y cuando se jubilen lo haga como cualquier ciudadano, cobren la misma jubilación que el resto de los mortales.

Gobernar un país es algo público, no privado. Se está jugando con el dinero y bienestar de millones de personas, no es algo baladí y no debemos admitir a cualquiera para regir el destino de tantas familias, tantos hombres y mujeres que lo único que quieren es vivir tranquilos, sin sobresaltos continuos.

Ser honestos todos, pero sobre todo las personas que nos gobiernen. ¿Es tanto pedir responsabilidad, dignidad, moral y ética? Al menos eso deberíamos exigir a nuestros representantes políticos y a la hora de votar, hacerlo con cabeza.

El gobierno que actualmente rige el destino de nuestro país está formado por personas que no creen en nuestra constitución, abominan de nuestro himno y nuestra bandera, quieren pergeñar la democracia a su gusto convirtiéndola en algo dictatorial, son manipuladores compulsivos y todo lo subyugan en beneficio de sus intereses, cada uno el suyo y el del partido que representa. Los ciudadanos somos una contingencia, una china en sus zapatos para el devenir que se han propuesto. En situaciones límites, como esta, es donde cada uno demuestra lo que es, lo que da de sì y lo que le importamos los demás.

Creo que ahora que disponemos de tanto tiempo en un enclaustramiento forzoso y necesario, se debería reflexionar en lo que se ha hecho mal para llevar a la hecatombe al país, a la ruina y sufrimiento de tantas familias y poner remedio.

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Hoy queremos invitarlos a reflexionar sobre un asunto que ya pasó de moda hace rato, a saber, la verdad. No siempre existió este modelo actual de relativizar absolutamente todo al punto de que cualquier afirmación es digna de ser considerada verdadera o certera porque, en el afán de un falso pluralismo intelectual, se quiere aceptar cualquier postulado, venga de quien venga.

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