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Psicología y sexualidad
Etiquetas | Coach de la mujer

Cómo pensamos y nos expresamos las mujeres

“Expresar es decir o manifestar, lo que una persona quiere, desea o piensa”
Carmen Gil
jueves, 4 de diciembre de 2014, 08:01 h (CET)
Una de las acepciones del verbo PENSAR indica que, es formar ideas y representaciones de la realidad en tu mente. Podríamos decir entonces que tu mente CREA una realidad, tu realidad. El ser humano al pensar crea una idea en su mente, “pensamiento”, una creencia propia que se hace realidad, ya que la hemos formado por considerarla acertada.

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Pero, ¿cómo pensamos las mujeres?, debemos saber que siempre hay excepciones que confirman la regla, pero a grandes rasgos, ¿qué nos diferencia de los hombres a la hora de comunicarnos?

Las mujeres utilizamos el lenguaje con mayor facilidad y fluidez que lo hombres, somos muy elocuentes a la hora de exteriorizar nuestras ideas. Socializamos e interactuamos a través del lenguaje. Los hombres son más introspectivos, ellos socializan a través del movimiento, el juego y la competición. Hablar sí, pero lo justo. De hecho a los hombres las largas conversaciones afectivas le aturden, realmente se pierden entre tanta maraña de ideas. Ellos son de pensamiento único, ahora toca este tema y después el siguiente, las mujeres no piensan así, nosotras no somos lineales, mezclamos temas y enlazamos momentos presentes y futuros, creando nuestro propio mapa de la situación.

Para nosotras resulta sencillo hablar de nuestras emociones en un círculo de confianza. Esta actitud nos facilita, y mucho, la búsqueda de apoyo ante un problema. Además las largas conversaciones entre mujeres crean lazos de unión duraderos y los refuerzan, esto nos proporciona confianza y seguridad.

Las grandes amistades femeninas son el resultado de conversaciones emocionales profundas, apoyo, entendimiento y cariño mutuos.

Las mujeres gozamos de un acentuado sentimiento de empatía, utilizamos nuestro corazón más que la razón, esta manera de actuar es de gran ayuda a la hora de escuchar y comprender, pero no tanto a la hora de resolver conflictos que impliquen sentimientos personales.

Esta fuerte implicación emocional puede ser desfavorable cuando nos limitamos a hablar una y otra vez del mismo problema y no nos centramos en buscar una solución efectiva. Hablar del problema está bien, pero no debemos dejar que se convierta en una historia recurrente de auto lamentación, debemos dar el siguiente paso, buscar una salida y pasa página. La diferencia en este punto es que las mujeres disfrutamos hablando y los hombres solucionando.

Terminaré el artículo hablando de nuestra conocida intuición femenina, también llamado sexto sentido. ¿Qué mujer no ha escuchado alguna vez esa vocecita interior que nos indica un camino a seguir? Las mujeres tenemos la creencia de que esta cualidad es una exclusividad femenina, y hasta cierto punto podríamos decir que es así, pero con matices.

No es cierto que los hombres no posean intuición, lo que sucede es, que ellos, al ser más analíticos y pragmáticos a la hora de pensar, rechazan este tipo de pensamientos por considerarlos poco reflexivos y nada lógicos. Es decir son intuitivos teóricamente, pero en la práctica no lo aplican.

Sea como fuere, utilizando la lógica o la emoción comunicativa, lo importante es que pensemos en positivo y seamos, a nuestra manera, grandes comunicadores de sentimientos y de soluciones. Somos perfect@s tal como somos y como nos expresamos.

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Con el telón de fondo de las fiestas navideñas y los excesos que suelen caracterizar esta época, es importante destacar una realidad que afecta tanto la salud física como mental de miles de personas: los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Este problema, que incluye desórdenes como la anorexia nerviosa, la bulimia y el trastorno por atracón, está en aumento y presenta características preocupantes, como el descenso en la edad de inicio.

En la vida nos van sucediendo muchísimas cosas, algunas de las cuales podremos superar solos y otras, por el contrario, necesitaremos la ayuda de los más cercanos. No se trata de que seamos más débiles sino que, según las circunstancias, a veces, necesitamos cierto apoyo para superar determinadas cuestiones.

Año nuevo, vida nueva. O eso dicen. Porque, en realidad, del 31 de diciembre al 1 de enero de cualquier año van segundos. ¿Se puede cambiar la vida en ese pequeño intervalo? La respuesta es sí, siempre que venga de la mano de un golpe de suerte. Otra posibilidad, explican los profesionales de la psicología, es que seamos nosotros mismos quienes vengamos trabajando ese cambio, y lo hagamos tras el periodo necesario de reflexión. Y, sobre todo, con la motivación necesaria.

 
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