(61-76) Gipuzkoa hunde más a un moribundo Baloncesto Sevilla

Ficha técnica 61- Baloncesto Sevilla: Woodside (9), Urtasun (11), Byars (-), Oriola (6), Hernangómez (6) -cinco inicial--; Berni Rodríguez (11), Radicevic (2), Porzingis (16) y Balvin (-). 76- Gipuzkoa Basket: Jordan (9), Dean (16), Díez (10), Hanley (7), Doblas (11) --cinco inicial--; Huertas (3), Huskic (-), Olaizola (-), Iarochevitch (14) y Franch (6). Parciales: 17-28, 14-20, 8-12 y 22-16 Árbitros: Conde, Calatrava y Cardús Incidencias: 16ª jornada de la Liga Endesa 14-15. 3.000 espectadores en el Palacio de los Deportes San Pablo (Sevilla). Datos destacables Lo mejor: La victoria del Gipuzkoa Los donostiarras, serios y fiables, se alejan del descenso con su sexto triunfo de la temporada. Lo peor: La crisis general del Baloncesto Sevilla Más de lo mismo. No se atisba solución alguna, al menos a corto plazo, para un club que poco a poco va firmando su acta de defunción.

No hay solución, o al menos no se atisba ningún remedio eficaz contra los males de una entidad cada vez más autoalanceada por todo lo que internamente se viene viviendo, deportiva y extradeportivamente, desde el pasado verano. Especialmente en las últimas semanas. 

Un caballo moribundo

Audie Norris, aunque sin especificar, finalizó su comparecencia de prensa hablando, en un símil dicho en inglés con el mundo de la equitación, de la imposibilidad de competir sin purasangres -"thoroughbreds"-  o con caballos muertos -"horses dead", justo lo que es en general, para quien suscribe, el Baloncesto Sevilla en la actualidad: un caballo cuanto menos moribundo que, a este paso, no durará mucho más. 

En ese contexto, un equipo en progresión –jugadores y entrenador- como Gipuzkoa –o GBC- sabía perfectamente lo que tenía que hacer desde un principio: defender bien y jugar en equipo; justo lo que no hace este Baloncesto Sevilla que se desangra sin remedio a cada encuentro que pasa. 

Así, el partido ha seguido el patrón de la mayor parte de encuentros disputados en San Pablo esta temporada. Ante la anarquía y la laxitud defensiva de los de Scott Roth, en cuanto bajó el porcentaje de tiros de los locales, el Gipuzkoa lo tuvo muy fácil para poner el choque de cara. 

Gipuzkoa, a triple limpio

Especialmente felices y dichosos estuvieron los tiradores donostiarras, que rara vez se encontrarán tales facilidades para ejercer su labor como las que han tenido en el día de hoy. 

No en vano, hasta seis jugadores del GCB -Dean, Hanley, Iarochevitch, Franch, Díez y Huertas- anotaron, hasta el descanso, desde más allá desde 6,75, firmando en los primeros veinte minutos un total de 9 de 13 en esa faceta. La mayoría, después de mover el balón como mandan los cánones del baloncesto, pero sin una sola mano rival que les estorbase lo más mínimo. 

Así, con Dani Díez dejando en paños menores a Byars y con Dean amenazando con reeditar los diez triples que logró en esta misma pista hace seis años, el GBC alcanzó ya trece puntos de renta antes de finalizar el primer cuarto (13-26). 

Roth, por su parte, impasible del todo, ni pedía tiempos muertos ni hacía lo más mínimo para cambiar el sistema defensivo e intentar revertir la situación. Justo lo contrario que Jaume Ponsarnau, que dio al "orgulloso" entrenador del Baloncesto Sevilla una verdadera lección no ya de cómo trabajar un equipo, sino también de cómo manejar un partido. 

El festival triplista visitante continuó en el segundo cuarto, solamente con Berni Rodríguez contrarrestando mínimamente en ataque la ineficacia -por no hablar abiertamente de falta de actitud- atrás de sus compañeros. 

Insuficiente. Gipuzkoa, más sereno, maduro, efectivo y concienciado, consiguió poner 17 puntos de por medio, que pudo mantener al descanso (31-48) ante la bronca para sus jugadores de un público sevillano tan harto como desesperado. 

La salida del Baloncesto Sevilla en el tercer cuarto, y la más que probable relajación donostiarra ante la amplia ventaja, hizo que los de Roth comenzaran la segunda mitad encontrando momentáneamente a Hernangómez, con una mejor actitud ante el rebote y logrando un parcial de 8-0 (39-48, min 25). 

Entonces Ponsarnau, a diferencia de su colega de banquillo, aplicó un poco de sentido común, y con un tiempo muerto reactivó a los suyos, al tiempo que el "efecto gaseosa" de los jugadores sevillanos se iba pasando. 

Iarochevith y Jordan, con sendos triples, y el propio ala-pívot belga junto a Doblas, bailando constantemente en la zona a un desafortunado Balvin, pusieron de nuevo las cosas en su sitio, enlazando hasta el final del tercer cuarto un parcial de 0-12 (39-60, máxima para Gipuzkoa).

"¡Galilea, dimisión!"

La grada, entonces, comenzó a pedir la dimisión de Galilea, mientras que al director general y deportivo del Baloncesto Sevilla -tratado poco menos que como un cero a la izquierda a la hora de controlar la planificación deportiva, según dijo Roth el miércoles- se le veía a pie de pista preocupado, con cara bastante compungida. 

El último cuarto repitió los patrones del anterior, con un nuevo 8-0 inicial para el Baloncesto Sevilla, y la reacción donostiarra después del tiempo muerto de su entrenador. 

Doblas, con su juego interior, cortó cualquier atisbo de remontada... mientras que en el fondo donde se pedía la dimisión de Galilea algunos aficionados denunciaban que se les amenazaba con llamar a la policía si seguían increpándole. 

Verdad o no, lo cierto es que el 61-76 final parece alejar definitivamente al Gipuzkoa Basket de la zona de peligro, al tiempo que hunde un poco más en la miseria -peligro real de descenso y desaparición- a este caballo moribundo llamado Baloncesto Sevilla.