Hace años que no soy joven, pero recuerdo que cuando lo era me encantaba el tenis. Me parecía asombroso que hubiera habido un sueco, por muy cerebral que fuera, que hubiera tenido 6 veces la fuerza, la lucidez y la suerte para estar en forma un determinado mes del año, y así ganar el torneo más duro de todos. 6 veces para una carrera de unos 14 años no deja de ser algo increible.
Conforme pasaba el tiempo seguía flipando con hazañas de otros que le siguieron. Jugaba un tal Lendl que lo ganó 3 veces y por ello fue considerado el mejor de su tiempo. Otro sueco, Wilander, lo mismo. McEnroe y Connors, dos de los mejores jugadores de todos los tiempos, no pudieron lograrlo, y mira que lo intentaron.
Más tarde, en tránsito a dejar de ser joven, aparecieron más leyendas. Un tal Agassi lo ganó todo (es decir, todo) pero solo pudo levantar la copa de este torneo una vez, y de casualidad. Un tal Sampras, que reivindica su puesto entre los 5 mejores de la historia, no lo pudo conseguir. Becker, Edberg, Hewitt tres cuartos de lo mismo. A grandes verdaderamente grandes se les resistía encadenar 7 partidos para inscribir su nombre en el palmarés. Que Bruguera y Santana lo ganaran dos veces nos los hacía parecer semidioses en comparación, dignos de reverencias sin fin.
Djokovic y Federer, dos jugadores como no saldrán otros en este siglo, lo ganaron 1 vez. Y gracias.
Pasaban los años y ahí seguía arriba del todo Borg con sus 6 títulos. 6. Que difícil, casi imposible.
Aún me siguen pareciendo insuperables.
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