El origen etimológico de la palabra «urbanidad» proviene del término latino urbanitate compuesto por «urbs», es decir ciudad. En latín clásico, urbanitas designa al conjunto de las normas cívicas y buenos modales que caracteriza a la persona bien educada.
Por su parte, el diccionario etimológico explica en referencia a urbanidad que la educación reglamentada se daba mucho más en las ciudades, y menos en el medio rural. En consecuencia, urbanidad se define como la capacidad de poder vivir con mucha gente alrededor y está muy relacionada con la cortesía.
En las lenguas romances, como el francés o el inglés, «urbs» se tiene por palabra culta ya en el siglo XIV. En España su uso no se establece hasta el siglo XIX y su aparición en los diccionarios se remonta a la edición del año 1925 de la Real Academia Española.
El Diccionario de la Real Academia Española define urbanidad con los términos cortesanía, comedimiento, atención y buen modo. El término cortesanía se relaciona con atención y agrado y, comedimiento con moderación.
Otras definiciones aportadas desde fuentes generalistas indican que urbanidad es una actitud, un comportamiento en el trato social con el que se demuestra buena educación. Incluso como modo de regulación del comportamiento en sociedad.
Desde el ámbito específico del protocolo, urbanidad se relaciona con los buenos modales. El experto el protocolo, José Antonio Urbina de la Quintana, explica que esta relación se marca con «acciones externas de una persona por las que se hace notar y se singulariza entre los demás, danto a conocer su buena o mala educación».
En definitiva, con urbanidad nos referimos al conjunto de normas de conducta de las personas que residen en la ciudad y cuya finalidad es la convivencia cortés.
Sin embargo, este concepto es mucho más amplio y profundo sobre todo cuando se une a referencias como la justicia o la decencia.
La urbanidad a título de justicia se refiere a las acciones de obsequio y a los títulos de honor, entrando en relación con la edad, la sabiduría o la dignidad de la persona.
En el marco de la urbanidad, la mención a los títulos de honor tiene su justificación en la facultad del derecho a distinguir a aquellas personas que por sus méritos son un ejemplo para la sociedad. Estas distinciones se pueden aplicar en expresiones orales o escritas, como fórmulas de saludo y despedida en cartas.
Por otro lado, la urbanidad a título de decencia va unido a la cortesía, a la demostración de respeto y afecto que se tiene a una persona.
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