Carlos Cuerpo es un economista pacense, de 44 años, hijo de maestros, que hace ocho años hizo una tesis sobre la transmisión de los ‘shochs’ (en castellano: choque, sorpresa e impacto) económicos a través de la banca, de la prima de riesgo y del comercio internacional. Funcionario del estado, ha hecho carrera profesional en la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), en el ministerio de Economía español y en la Comisión Europea (CE). A la sombra de Nadia Calviño, en acuerdo benéfico con ella, sin afiliación PSOE, sigue (o tapa) los vestigios de Calviño y del sanchismo y hoy es responsable de lo que pudieron ser tres carteras ministeriales independientes: Economía, Comercio y Empresa.
El ministro Cuerpo, antes de Semana Santa, apareció en el hotel Villa Magna de Madrid, presentado por Europa Press en el Foro Generación de Oportunidades. Un toma y daca entre una agencia de noticias y un político. Puro, distinto al baño y masaje usado en entrevistas por acuerdo. Acabado lo previsto por Europa Press y el Foro, Cuerpo se topó con las dos cuestiones políticas nacionales más importantes del momento que, en grupo aparte, sacaron dos periodistas ante él: Inmediata y de corto alcance, su visita a EE. UU., difícil por la relación del gobierno español con la administración Trump y el viaje a China de Pedro Sánchez. A medio o largo plazo, su riesgo personal de político joven, para convertirse en un lider de continuidad, desde la izquierda, tras Sánchez, resumida en el aviso ‘Cuídate’, que oyó sin replicar. Pasados unos días, domingo de Resurrección, con el diario El Mundo echando las campanas al vuelo. No para recordar la resurreción de Jesucristo. Mundano, para mostrar la bajada al abismo político del ministro Cuerpo tras su viaje a USA. En una entrevista, que firma Franscisco Pascual, declara, en cita textual: ‘Le dije al Gobierno de Trump que sus aranceles no van a beneficiar a nadie y ya están haciendo daño’. Afortunadamente, esto no es un diálogo pero la pregunta sale sola: ¿Es necesario sacrificar a Carlos Cuerpo?. A cuenta de aranceles o de lo que sea, no. Debe haber y hay otros motivos. Cuando Trump y su administración hablaron de impuestos o aranceles no fue, ni puede ser, un farol soltado sin motivo. Todas las administraciones del mundo estuvieron y siguen atentas al anuncio y han estudiado el uso de tasas, impuestos y aranceles. Norteamericana, rusa, china, india, brasileña, canadiense, mexicana, Israelí y las europeas. Todas. Hasta la española, que, desde el ministerio de Comercio y con fjuncionarios preparados que conoce el ministro, ha estudiado el alcance de medidas. De pais a pais, directas o cruzadas, De producto a producto. Si esto puede ser así, y lo es, la declaración textual de Cuerpo que publica El Mundo es consecuencia de dos hechos distintos que pueden ser convergentes. Sacrificio personal motu proprio; u obligación impuesta desde el gobierno o grupos que lo apoyan. En cualquier caso, es absurdo, irrespetuoso y está fuera de lugar lo que se ha contando como una visita de un aliado fiel a USA que se trufa mezclando opiniones torpes con medidas conocidas que conoce todo el mundo, en la UE y OTAN. Desde una tesis vieja, de hace ocho años, sobre transmisión de los ‘shochs’ económicos a través de la banca, la prima de riesgo y el comerico internacional, no salen ni encajan consejos ni críticas adobados gastos de defensa en función del PIB o cualquier cosa. Pascua feliz. Menos para el ministro Cuerpo, que ha visto o sorportado echar al abismo el respeto intelectual y el caudal político personal que tenía hasta ahora. Puede que haya motivos, necesidades y consecuencias, públicas o privadas, que justifiquen lo que parece un desatino. Como hito, parece útil repasar lo ocurrido a la vera del sanchismo: el ejemplo, próximo en el tiempo, de los incordios a los que fue sometido el socialista Juan Lobato. Habrá tiempo y ganas para entrar en ese, este y otros enredos en la izquierda política nacional. Podría usarse la última palabra de El Quijote para ajudicar un ‘Vale’. Pero la vida y actividad políticas siguen. Basta con ver si merece la pena, o no, sacrificar a Carlos Cuerpo.
|