Encantadora y accesible, como es habitual en ella, la cantante lírica Sara B. Viñas nos volvió a conceder una entrevista, embarcada como está en uno de sus habituales proyectos musicales y escenográficos. En esta ocasión ha rescatado una interesante y olvidada obra del gran compositor Francisco Asenjo Barbieri, “La Confitera”, obra que ha llevado a buen puerto pese al agreste temporal acaecido.
Antes de nada, enhorabuena por el éxito que está cosechando “La Confitera”, del maestro Barbieri. ¿Por qué decidió recuperar una obra olvidada incluso por musicólogos? Muchas gracias. También, antes de nada, agradecerles la oportunidad que me ofrecen, una vez más, de compartir con todos sus lectores y con todos ustedes la gestación, desarrollo y evolución de mi último trabajo escénico.
Una tarde me encontraba revisando la obra completa de Barbieri, uno de mis compositores favoritos de zarzuela, y me detuve en este título de género chico; “La Confitera”. Enseguida me vinieron a la mente toda suerte de dulces, pasteles y bagatelas azucaradas. Como golosa que soy, el título captó mi atención y lo siguiente fue acudir a las fuentes para ver de qué trataba esta confitera que me había embelesado.
Encontré el libreto y partituras manuscritas e impresas en el archivo de la Biblioteca Nacional. Comencé leyendo el libreto y me encandiló; tenía todos los ingredientes que estaba buscando para un nuevo proyecto escénico: comicidad, pocos personajes, opción de realizar la obra con acompañamiento de orquesta o de piano, mucho madrileñismo, un toque de fantasía, amor, inocencia, celos y enredo.
Tras el libreto, pasé a revisar la música; sencilla, tierna, divertida y muy contagiosa. El proyecto me había enganchado por completo y empecé a poner en funcionamiento la maquinaria creativa. La pena es que justo en este momento, nos sobrevino el atroz confinamiento de marzo de este año. Pero, como dice el dicho popular, no hay mal que por bien no venga, el confinamiento me sirvió para realizar una labor previa a la puesta en escena necesaria; una pequeña investigación sobre la obra en sí ya que poco era lo que había escrito sobre ella hasta ese momento. Todo ello cristalizó en un artículo publicado en la cuarta edición de la Revista de Humanidades “Observatorio-Kreativo” (“O-Kre”), que se encuentra disponible de forma gratuita en la red.
En su pregunta, se atisba también un tema interesante; la relación entre la musicología española y la zarzuela. Revisando, gracias a la labor de Antonio Narejos en su web “Tesis de Música en España”, el número de tesis sobre música escritas desde el año 1977; observo que solamente nueve tratan sobre temas relacionados con la zarzuela y tres sobre género chico (no llega ni siquiera a un 1% del total de tesis sobre música). ¿A qué obedece este porcentaje tan bajo de trabajos de investigación doctorales sobre nuestro género lírico patrio?
Hay que pensar que la Licenciatura, ahora Grado, de “Historia y Ciencias de la Música” es una carrera, podríamos decir, minoritaria ofertada en no todas las universidades del país. No hay mucha gente en España que se quiera dedicar a la musicología y de todos aquellos que estudian la carrera, pocos mantienen la labor de investigación activa. De ahí que haya hoy día un campo vastísimo abierto para la investigación en diversas ramas (educación musical, composición, interpretación, repertorios, biografías, estilos, instrumentos, teatro, agrupaciones, cine, folklore, etc.) y realmente haya lagunas enormes que tardaremos muchos años en cubrir. No es, por tanto, creo yo, un desinterés particular, sino más bien una falta de tiempo y de recursos humanos que sean capaces de revestir todo este vacío.
¿Cuál es el itinerario que están siguiendo en cuanto a representaciones? El punto de partida ha sido la participación, por segundo año consecutivo, en el III Festival “Lírica al Margen” del distrito madrileño de Arganzuela. En esta edición y pese a las restricciones derivadas del covid, hemos podido realizar la función en tres ocasiones: el 30 de octubre en Estudio 2 Manuel Galiana, el 1 de noviembre en La Usina y el 21 de noviembre, como broche final del festival, en la Sala Mayko.
Paralelamente a las funciones y gracias a la estupenda labor de May Fernández, directora del festival, y de Andrés Jiménez Ramírez, asesor artístico, he tenido también el gusto de participar en calidad de ponente en el “Coloquio Barbieri” realizado en la Sala Manuel de Falla de la SGAE. Coloquio que contó, a su vez, con la presencia como moderadora de María Luz González Peña, directora de CEDOA y entusiasta de la figura de Barbieri.
Al finalizar el festival hemos tenido ofertas para continuar nuestra labor de difusión de esta deliciosa zarzuela. La primera de ellas llegó de la mano de los gerentes de la sala de teatro La Usina, con los que ya estamos trabajando en el proyecto “domingos de zarzuela”. A su vez, se han interesado por nuestro proyecto la “Asociación de Mayores de Valdemorillo”, para los que vamos a actuar el próximo 21 de diciembre en una función privada en la Casa de la Cultura Giralt Laporta. Otra asociación más ha puesto sus ojos en nuestra zarzuela; la “Asociación Enki Inclusión + Cultura”, con la que ya estamos colaborando en una puesta en escena inclusiva con personas con discapacidad que podremos ver en junio de 2021 en el Teatro Mira de Pozuelo.
No nos cabe duda de que, si la situación de la pandemia no empeora, “La Confitera” continuará horneando sus pasteles musicales durante el próximo año de 2021.
¿Qué criterios siguió para elegir al reparto? Me gusta siempre empezar por un estudio profundo de los personajes: tesituras vocales (en este caso son tres: tiple cómica, tenor cómico y barítono), características interpretativas, cualidades físicas y psicológicas, arcos de desarrollo, relación entre los personajes, subtextos y subtramas, alusiones a la prehistoria del personaje, etc.
Después de tener un boceto claro de cada personaje, pienso en quiénes podrían encarnar esos papeles. En este sentido, y tratándose de género lírico, hay que pensar primero en la parte musical ya que es la que nos va a delimitar y determinar qué roles se pueden o no hacer; esto es que no vas a escoger a un tenor para hacer un papel de un bajo.
Una vez resuelta la parte musical, para mí, desde que fundé “La Soubrette”, ha habido un aspecto en el que he puesto el acento: la capacidad interpretativa de los cantantes. Es imprescindible, y más en zarzuela, que el cantante tenga también manejo correcto del teatro hablado y de la parte puramente actoral.
Y, por último, pero no menos importante, para mi compañía busco siempre personas con optimismo, flexibilidad, versatilidad y ganas de trabajar en equipo, porque creo que es el pilar fundamental en todo proyecto escénico; la confianza en tus compañeros, el poder ponerte en sus manos y saber que estás seguro, el poder hablar con franqueza, el saber ceder o buscar el equilibrio a través siempre del diálogo y la comunicación.
En este preciso momento, debo mencionar a mis compañeros de travesía: Mar Pérez Cano (Nicasia), Jesús Lumbreras (Porfirio), Benjamín Zafra (Quintín) y Carlos Martínez de Ibarreta (Piano); los cuales cumplen sobradamente estas características musicales y escénicas, y con los que el viaje creativo se ha hecho ameno, fructífero y estimulante.
¿Cómo es representar en estos momentos, con la asechanza de fondo del covid? Sin duda, no es cómodo, ni agradable. Cada vez que salimos a escena y nos quitamos las mascarillas hay preocupación. De hecho, nos hemos planteado la posibilidad de diseñar mascarillas para cada uno de los personajes ya que todos nos sentíamos intranquilos con la situación.
Finalmente decidimos actuar sin mascarilla debido a que con ella perderíamos muchísima expresividad facial que es necesaria en teatro.
En los ensayos somos muy rigurosos en este sentido y en todo momento cantamos e interpretamos con mascarilla y en espacios ventilados. De hecho, como anécdota, contarles a los lectores de Diario Siglo XXI que nuestros primeros ensayos, allá por septiembre, los realizamos en el parque del Retiro, al aire libre, para estar aún más seguros.
Por otro lado, desde que nos embarcamos en el proyecto siempre ha habido un miedo de fondo a cualquier imprevisto; las funciones han sido y serán siempre susceptibles de ser canceladas debido a causas de fuerza mayor como que alguno de nosotros caiga enfermo, alguno de nuestros familiares o el personal de las salas de teatro. Hemos resuelto esta realidad centrándonos en el día a día, pensando en todo momento en metas a corto plazo y siendo rigurosos con las medidas de seguridad tanto en ensayos como en funciones.
En cualquier caso, creo que estamos todos de acuerdo de que el teatro y la música consiguen que, por momentos, nos olvidemos de todo lo que nos rodea y disfrutemos de las maravillosas sensaciones que producen las tablas tanto para los que estamos encima, como para el público que nos viene a ver. De ahí que animemos a todos aquellos que se sienten un tanto temerosos a acudir al teatro; podemos afirmar que el teatro es seguro y es más que necesario en los tiempos que vivimos.
Reivindíquenos nuestro género chico. ¿Por qué hemos de acudir a espectáculos de zarzuela? La zarzuela es cultura, es una de las manifestaciones artísticas más “españolas”. La zarzuela habla de nuestras inquietudes como personas, de nuestros deseos, de nuestros anhelos, de nuestras fiestas y de nuestros llantos, de cómo somos los españoles; de nuestra idiosincrasia plagada de luces y sombras.
Es, por otro lado, un género único, un género en el que se mezcla lo culto con lo popular, lo extranjero con lo propiamente español. Un género que aúna literatura, música, canto, baile, teatro, artes plásticas; un género muy completo, con un amplio abanico de subgéneros para todos los gustos y con un gran desarrollo estilístico desde sus orígenes, allá en el siglo XVII, hasta la actualidad, desde las zarzuelas inspiradas en las distintas regiones españolas hasta aquellas que se compusieron cruzando el charco.
En España, hablar de zarzuela es casi sinónimo de “anticuado” o “rancio”. Nada más lejos de la realidad; solo hace falta un poco de interés y conocimiento para darnos cuenta de que la zarzuela en un género con mayúsculas, un género en el que, además, somos los protagonistas; un género que eleva a categoría de arte la historia del boticario de Chamberí o de la confitera del barrio del Congreso, las historias del día a día, nuestras historias.
¿Qué ha sentido interpretando a “La Confitera”? Sin duda, el sentimiento ha sido de triunfo; tras meses de puro trabajo académico, de investigación y de re-creación; tras la incertidumbre provocada por la pandemia y la crisis artística que estamos sufriendo, el habernos subido al escenario, por fin, dar vida a Delfina, Porfirio, Quintín y Nicasia, ha sido una gran victoria. El sentimiento es por tanto de regocijo y júbilo por haber conseguido llegar a la meta después de una carrera de obstáculos.
¿Cómo está siendo la respuesta del público? La respuesta del público ha sido y está siendo muy positiva. En las cuatro funciones que llevamos dentro del circuito alternativo (“off”) de Madrid, han acudido a vernos ya casi un centenar de personas de todas las edades, desde niños hasta mayores. La obra se entiende bien, algo que nos preocupaba ya que el libreto -en verso- está plagado de vocabulario y usos lingüísticos del Madrid decimonónico; la gente pasa un rato agradable con los enredos de la obra, disfrutan con las partes musicales y salen con una sonrisa de oreja a oreja. Creo que hoy día, esto es valioso; hacer que la gente se ría.
¿Querría añadir algo más? Agradeceros de nuevo la oportunidad brindada de compartir estos pensamientos e ideas y animar a los lectores de Diario Siglo XIX a que descubran por ellos mismos esta dulce y graciosa zarzuela de género chico con toda la familia el próximo 20 de diciembre, domingo, a las 13h en la sala de teatro La Usina de Madrid (Calle Palos de la Frontera, 4). ¡Saludos y hasta pronto!
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