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La verdad siempre es clara, aunque su figura pueda hacernos daño. Igualmente, los proyectos, siempre deben comprometer a la persona y su realización debe ofrecerse a todo miembro de la comunidad. Con el tiempo aparecerán los cambios, interesados o no; siempre será la comunidad la que decida.
La ignorancia nos lleva a menudo a no interesarnos por lo que tenemos cerca, a dar por hecho que siempre estará allí, y a creer que tendremos ocasión de poder visitarlo más delante. Vivimos en un territorio inmensamente rico, atravesado y esculpido por la Historia, pero parece no importarnos.
En un mundo que presume de avances sociales, tecnológicos y morales, hay un virus antiguo que sigue latiendo bajo la superficie, “el egoísmo”. No se trata de una simple preferencia por uno mismo, sino de una actitud enquistada que se manifiesta, con demasiada frecuencia, en la avaricia y la indiferencia hacia quienes solo aspiran a algo tan básico como vivir con dignidad.
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