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Nunca es tarde, aún se puede reparar la confianza perdida | |||
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Hay cosas que no tienen fecha de caducidad como la falta de confianza y los sentimientos heridos, pero el dolor mantenido puede continuar durante años como una mala noticia que un día nos llegó. Lo bueno es que nunca es tarde para curar las heridas que ocurrieron hace mucho tiempo. Lucía tenía cincuenta y dos años y Marcos sesenta y uno cuando sufrió un infarto grave. Durante casi dos años ella se dedicó a cuidarle. Los dos coincidían en que gracias a sus atenciones Marcos había salvado la vida. Aunque Lucía se esforzó tanto que empezó a sufrir fatiga por compasión. Que es considerada como un estrés que se adquiere en la relación y el cuidado de un enfermo grave, y de la empatía y el compromiso emocional con él. Al poco tiempo de la recuperación de Marcos, Lucía empezó con problemas de salud y se hundió en una depresión. Ellos tenían un negocio que les iba bien pero ahora podían perderlo por el deterioro de la salud de ella. Trabajaban ambos y luchaban para salvar el negocio. No eran felices, estaban agotados y Lucía tenía un resentimiento creciente. Un día descubrieron que aunque la vida acelerada es un estímulo y puede resultar excitante, por sistema no favorece las relaciones amorosas y la intimidad de la pareja. Como la mente viaja con más velocidad que el corazón, entonces la conexión exige menos velocidad con el amado. Por eso si queremos ir más despacio debemos experimentar la ansiedad y también la impaciencia que acompañan el cambio de ritmo. Ralentizarnos, ir más despacio, prestar atención a los sentimientos, a las necesidades de la pareja, suaviza más nuestra salud y nuestro bienestar que otras actitudes... Y se tarda en deshacer la adicción que tenemos a la prisa, pero una vez que se ha logrado la vida nos ofrece una transformación constante a mejor. Además Marcos estaba deseoso de corresponder a los cuidados y el compromiso emocional de Lucía, y según se fue sintiendo mejor empezó a cuidarla. Pero había dificultades, Lucía no confiaba en los sentimientos de Marcos hacia ella. Temía que si le necesitaba no estuviera dispuesto a atenderla. Marcos sentía que para ella no hacía nada bien, y por más que se esforzaba no conseguía haberla feliz. Lucía reconoció que nunca habían tenido una profunda intimidad en su matrimonio. Ella temía que ya fuera tarde. Tomaron juntos la decisión de hacer Terapia de Pareja. Marcos aprendió a ser más sensible con Lucía y más paciente con él mismo. Optó por no discutir con ella porque se generaba una lucha de poder, en su lugar se comprometió a ser más amoroso y grato aunque no sabía cómo iba a ser recibido. Para mostrar su amor venía una vez a la semana a sesiones Individuales o de Pareja. Colaboraba en las tareas de la casa, la compra, la cocina, y cada día le decía a ella que la quería. Hacía años que Marcos y Lucía no mantenían una vida sexual activa. Él roncaba y se movía mucho en la cama, y por eso dormían en habitaciones separadas. Les propuse un ritual: tumbarse uno junto al otro en la cama para estar más cerca, antes de irse a sus habitaciones a dormir. Así fueron recuperando poco a poco un sentimiento de delicadeza en común. Pasado el tiempo su intimidad creció. Lucía se fijó en los esfuerzos de Marcos hacia ella. Se fué haciendo más comprensiva y demostraba su amor a Marcos. Centraron su atención en la época más complicada de su relación para ganar en dulzura y confianza. Estos sentimientos crecieron mucho más que en otros momentos de su vida, para llegar a conseguir la confianza perdida y el amor que anhelaban. Ana de Calle. Sexóloga y Terapéuta de Pareja www.elsexoesvida.com +34 639 555 994 Autora de 'El sexo magia para tu cuerpo' |
La tragedia de Valencia es una de las noticias que más impacto ha causado en nuestro país en los últimos años. Sumada a la de la erupción del volcán de La Palma, no sólo ha suscitado la empatía con las víctimas, también ha incrementado la alarma en relación al cambio climático y sus consecuencias. Las consultas por miedo a reacciones inesperadas de la naturaleza han aumentado en los últimos años en las consultas de Psicología. Es lo que se conoce como ecoansiedad.
Quedan escasos días para que finalice este año y, con ello, toda una serie de acontecimientos que nos han sucedido a cada uno de nosotros. Para algunos, cosas buenas que desearán que se sigan repitiendo en el que viene, y para otros no tan buenas y rezarán para que todo pueda cambiar e ir a mejor. Todo depende de la valoración que hagamos, de las experiencias vividas y de la actitud con la que nos tomemos todo aquello que nos va pasando.
A medida que se acerca el final del año, muchos profesionales experimentan más estrés debido a la presión de ultimar proyectos a tiempo, por los compromisos sociales y por el desafío de equilibrar entre la carga de trabajo y la vida personal. Algunos signos que pueden identificar si un profesional sufre el síndrome del trabajador quemado son la fatiga constante, la dificultad para concentrarse o mantenerse motivado, o sentirse más irritado y desconectado del trabajo.
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