Así es, con un 31.8% y 4.844.000 el Pasapalabra de ayer se convirtió en el programa más visto de la historia del concurso tras más de 20 años en Antena 3, Telecinco y de nuevo en Antena 3. Histórico y polémico también, por las famosas promos de Pablo sufriendo ante la última letra, la H, a punto de acertar el mediático rosco y llevarse el millonario bote.
Mis padres estaban que echaban humo, incluso prometiéndose a fuego en sus mentes no volver a ver el concurso ‘nunca mais’. Y es que no saben de tele, si no no se ofuscarían. Es más, de eso vive la gente de la tele, de que los que la ven no saben de ella. De las emociones. A mí sin embargo, como trabajador que he sido del medio, me pareció extraordinaria y exquisita la estrategia de Atresmedia y sus promos.
En ningún momento la cadena se hizo eco, en sus repetidos cebos de autobombo, de que en la edición de ayer Pablo se llevaría el bote, o como mucho lo sugirió. Objetivamente promocionó un programa especial en relación a los anteriores porque después de semanas y semanas el popular concursante ha estado mucho más cerca que nunca del ansiado bote La sencillez de la emoción es, a mi entender, la fuerza de la televisión más allá de la calidad técnica, los artificios creativos o los tiempos. Presentar al enternecedor Pablo al borde de un maravilloso ataque de nervios fue suficiente para que a todos se nos pusiera el corazón en un puño, seamos o no clientes habituales de Pasapalabra. Y lo demás lo pone nuestro cerebro: relacionar estos segundos de pureza emocional con el rosco completado. Estrategia Premium porque no acaba ahí. Segundos más tarde de que Pablo fallase esa última Halabra que le hizo rozar con su lengua los muchos miles de euros que cada semana van creciendo, Twitter y mis padres estaban incendiados. Se armó la polémica del ‘anuncio engañoso’ -ya hoy no se acuerda nadie- que a la vez callaba a mucha gente: Antena 3 no desvelaba el día del bote. Es más, con esta criticada acción se abre la veda para que la cadena pueda anunciar con todo el derecho del mundo futuros posibles botes o… pseudobotes.
Y esto último también tira de la esencia de hacer tele, de la emoción, de la frustración, del enfado que hace verbalizar ¡el lunes ya no lo veo! Que después se olvida, porque siempre olvidamos. Solo nos quedaremos con el disfrute de un momento de oro de la historia de la tele. De Pablo y H como parte de su vida y obra.
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