Que el sistema educativo falla en España es reconocido por la propia ciudadanía y por todos los estudios que desde fuera de nuestra nación, incluida por ahora Cataluña, corroboran los datos que de él se realizan; en fin, un desastre en la total acepción del término.
Recuerdo como si fuese hoy la primera ley educativa que el llamado “régimen del candado del 78” aprobó por los pelos en el Congreso de los Diputados; fue la llamada Ley Orgánica de Centros Escolares (LOECE) llevada a cabo durante la segunda y última legislatura del centrismo encarnado en UCD, y de la que fui ponente junto a los ucedistas Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Oscar Alzaga; cuando por fin se consiguió aprobar por los “pelos”, en la consabida explicación del voto, el diputado Alfonso Guerra prometió que si el PSOE llegaba al poder la primera medida que tomaría sería la derogación de la citada ley; y así fue, tras la abrumadora victoria de Felipe González en 1982, el nuevo gobierno lo primero que hizo fue cepillarse la LOECE.
Durante los catorce años que Felipe gobernó España se introdujeron toda clase de leyes educativas cuya raíz fue la LOGSE y, según resultados al canto, no brilló en la aulas de primaria, secundaria y universitaria que el nuevo sistema funcionaba a gusto de todos, y si no que se lo pregunten a los que más saben de educación, o sea, a los maestros nacionales y después de EGB, conocido por El Gran Bulo y que tanto benefició a las editoriales, en especial a las que dependían del grupo Prisa, más que amigos del grupo del PSOE.
El PP, a través de Aznar, asumió el poder desde 1996 a 2004, los últimos cuatro años con mayoría absoluta, y fue tanta su vagancia en materia educativa que en la agonía de los últimos meses de su mandato aprobó algo así como la Ley de Calidad Educativa que tampoco entró en vigor porque con la llegada de Zapatero al gobierno abolió la misma y se continuó con todo el sistema educativo heredado de Felipe, pero con algunas variantes, para qué nombrarlas, que lo enturbiaron más.
En 2011 llega a la Moncloa el señor Rajoy que encarga al ex ministro Wert que comience a preparar la LOMCE, la termina, se larga a casarse y la mayoría de las autonomías le dicen que naranjas de la china, o sea, que dicha ley se la va a comer el PP; ¿y qué ocurre?, pues ya lo saben nada de nada. El señor Sánchez, propietario en la actualidad del PSOE, afirma que si ganan las elecciones generales, derogará la Ley que es discutida y discutible al igual que Zapatero dijera de España.
Y así estamos: soportando por un lado la vagancia legislativa en materia educativa del PP, de nuevo el aviso de que Sánchez derogará la LOMCE que, por cierto, aún no ha estrenado, y el partido “naranja” que juega a realizar, si toca moqueta de poder, a conformar una pacto por la educación.
En resumen, el PP en materia educativa no ha hecho ni el huevo, el PSOE mejor no haberlo hecho, catalanes y vascos hicieron y siguen haciendo lo que les sale de los huevos y a UCD no le dio tiempo a rascarse los mismos, por lo que podemos inferir que lo mejor que en educación y enseñanza se ha vivido en democracia fue el legado que durante cuatro años, los de UCD, nos dejara la Ley General de Educación de 1970 del ministro franquista Villar Palasí.
Y que conste que nunca fui franquista.
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