No entiendo el porqué de obviar la realidad de que en España existen las castas, las hay, aunque no es cuestión de generalizar y meter a todo el mundo en el mismo saco, pero se dan casos en los que se pone muy de manifiesto la existencia de individuos que gozan de ciertos privilegios dentro de una misma sociedad y que con mucha frecuencia, demasiada, se hace palpable esta circunstancia. Todos tenemos frescos en la memoria los casos de Esperanza Aguirre y del hijo de Gallardón que dejaron a las patrullas parapoliciales con un palmo de narices dejando a estas plantadas antes de acabar las diligencias propias de las infracciones de tráfico que ambos habían cometido. Si esto le hubiera ocurrido a cualquier español normal no cabe la menor duda de que habría acabado en comisaría y hubiera sufrido una fuerte sanción económica así vistos reducidos los puntos de su carné de conducir.
Más recientemente tenemos el caso de Rodrigo Rato, el del “milagro económico”, ahora sabemos en qué consistió “su milagro económico”. El casto Rato no puede negar que pertenece a la casta, aunque ahora parece que ha caído en desgracia. Sin duda alguna este personaje ha gozado de muchos privilegios y entre ellos se pueden señalar los de haberse entrevistado en su día siendo un ciudadano “normal” con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, para que este le informara de los pormenores de en qué consistía la amnistía fiscal, creo que su interés se debería al hecho de que fue para saber si le interesaba acogerse a ella o no, se precisa disponer de mucha “casta” para atreverse a tanto pero el caso es que parece ser que fue debidamente informado y el hombre se “apuntó” a la amnistía, posteriormente y por lo que se puede ver, la cosa no le salió todo lo bien que él esperaba ya que a la Agencia Tributaria le llamó la atención el hecho antes citado y se puso a investigar y hoy se le achacan presuntas irregularidades en su situación fiscal y económica. La última muestra de la “casta” del exvicepresidente económico del Gobierno de Aznar, ha sido la de entrevistarse con el ministro del Interior para hacerle partícipe a éste de las amenazas anónimas de que estaba o está siendo objeto. En ambos casos algo totalmente novedoso, pues es la primera vez que un ciudadano se dirige a un ministro de Hacienda y a otro del Interior para informarse o denunciar cuestiones que le afectan de forma muy personal. En lo que respecta al ministro del Interior, lo que ha causado una fuerte y controvertida polémica, el ministro ha dicho que era su obligación atenderle ya que debe velar por la seguridad de los ciudadanos. Dicho así suena hasta bien, incluso bonito, pero el caso es que habrá en este país miles de ciudadanos que de una forma u otra han recibido amenazas de todo tipo, en mi caso y no es por presumir ni porque me sienta orgulloso de ello, no puedo estarlo ya que ese estado de ánimo no se suscita por las amenazas de individuos miserables, ruines y cobardes, he sido objeto de un acoso muy duro por parte de estos que incluso me llevó en dos ocasiones a denunciarlo ante la policía, pero jamás pasó por mi mente el acudir al subdelegado del gobierno en mi provincia, mucho menos al ministro del Interior, en una de esas ocasiones la cosa fue tan seria que incluso el comisario me planteó la necesidad de ponerme escolta policial durante un cierto tiempo a lo que respondí que no, que eso alarmaría más a mi familia. Ya digo no es por presumir, este tipo de cosas no son precisamente para celebrarlas lo pongo como ejemplo de lo que seguro están sufriendo muchas personas y en particular aquellos que solemos manifestar públicamente nuestra opinión y la respaldamos poniendo al pie nuestros nombres y apellidos. Por descontado que no se me olvidan esas mujeres que a diario reciben amenazas de muerte de sus parejas torturadoras y que no son recibidas por el ministro y que la única salvaguarda de que son objeto es la de que el juez dicte una orden de alejamiento que en muchos casos no sirve para evitar que estas sean asesinadas.
Pero está claro, hay castas y Rato pertenece a una de ellas, la cosa es tan evidente que, hoy no es el momento dadas las circunstancias por las que atraviesa el “milagrero” exministro, se podría dar el caso de que si sale indemne, no sería de extrañar, del trance, Rato pueda pasar a formar parte del patrimonio nacional y por tanto sea en el futuro un elemento a proteger.
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