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Una plena constatación desde la perspectiva mental: hay muchos españoles que no ven, ni oyen, ni entienden; sólo fanatizan. Nefelibatos que no advierten que las leyes sanchistas no les protegen, sino que están para el gobierno protegerse contra los ciudadanos, contra ellos, contra la justicia, contra la democracia y contra la misma Constitución.
En España es un oxímoron hablar de Justicia, así, con mayúscula. La tan alabada Transición se dedicó a hacer borrón y cuenta nueva con las instituciones que habían servido para sostener la dictadura desde abril del 39. El Ejército todavía tenía al frente mandos procedentes de la rebelión contra la República, aún inspiraban miedo y, una vez muerto Franco, jueces, militares y policías siguieron en sus puestos como durante los años del franquismo.
Me uno a esas gentes que perseveran en la búsqueda de la concordia, que no cesan en su empeño y que sueñan cada día en hacer realidad un orbe más habitable, donde resida la paz sustentada en el abrazo sincero, con el auténtico afecto siempre en guardia. Unirse y reunirse en son de quietud es prioritario.
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