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El informe del Instituto de Política Familiar sobre natalidad

Francisco Rodríguez
miércoles, 23 de septiembre de 2015, 05:51 h (CET)
Reflexiono sobre este informe y veo que somos un país que envejece a gran velocidad, lo mismo que le pasa a Italia, Alemania, Grecia, Portugal y Hungría. Llevamos demasiado tiempo con una natalidad crítica. El índice de fecundidad, ─hijos nacidos por mujer en edad fértil─ que era en 1980 menor de 2,1 descendió en 1987 a menos de 1,5 y en la actualidad es de 1,3 aunque algunas comunidades autónomas apenas llegan a 1 hijos por mujer.

Si tenemos en cuenta de que es necesario un índice de 2,1 para que sea posible la reposición de la población, está claro que resulta imposible y sería aun peor si no fuera por la aportación de la población inmigrante.

Desde el 2010 la población española desciende ya que mueren más personas de las que nacen y también ha disminuido el número de extranjeros a causa de la crisis, aunque representan el 9,5% de la población, es decir 1 de cada 10 personas es inmigrante.

Desde 1981 la población mayor de 65 años se ha duplicado y la juvenil se ha reducido a la cuarta parte Hay millón y medio más de personas mayores que jóvenes y los mayores de 80 años ya son más de 2,7 millones.

Podemos entender un gran logro que la esperanza de vida vaya creciendo hasta los 78 años para los hombres y 85 para las mujeres, pero el envejecimiento de la población significa mayor gasto sanitario y mayor coste de las pensiones, frente a una población joven cada vez más reducida que hará insostenible el sistema, salvo que aumente en forma cada vez más significativa la inmigración, lo que producirá otros problemas de gran calado. Si disminuyen los españoles o los europeos y crecen los inmigrantes, toda nuestra civilización cambiará irremediablemente.

Si nos preguntamos acerca de las causas de estos fenómenos demográficos observamos que las mujeres tienen su primer hijo ─las que lo tienen─ cada vez más tarde, más de 32 años y aunque mucha gente confiese que le gustaría tener 2 o 3 hijos, la realidad es que el ambiente hedonista y consumista que nos rodea lleva a ir retrasando la procreación para “disfrutar de la vida”.

Pero disfrutar de la vida, las comodidades y la sexualidad implica una práctica generalizada de la anticoncepción, incluido el aborto. 108.000 abortos en el 2013 es una cifra que debía de hacernos reflexionar. El obispo Munilla ha dicho que una sociedad ecológica que no priorice la vida humana es una sociedad enferma.

Este invierno demográfico, este envejecimiento de la población, será una catástrofe dentro de unos años y si aumenta la población por la llegada masiva de inmigrantes todas las naciones a las que nos afecte sufriremos tremendas modificaciones en nuestra cultura y forma de vida. Lo de Eurabia no fue solo una boutade de alguna escritora sino una posibilidad real.

Mientras tanto nuestros políticos se dedican a pelearse, a recriminarse, a acusarse unos a otros de corruptos, y el país va quedándose exangüe lleno de viejos y escaso de jóvenes. Los buenos gobernantes son los que piensan en las próximas generaciones y los malos tan solo en las próximas elecciones.

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Una plena constatación desde la perspectiva mental: hay muchos españoles que no ven, ni oyen, ni entienden; sólo fanatizan. Nefelibatos que no advierten que las leyes sanchistas no les protegen, sino que están para el gobierno protegerse contra los ciudadanos, contra ellos, contra la justicia, contra la democracia y contra la misma Constitución.

En España es un oxímoron hablar de Justicia, así, con mayúscula. La tan alabada Transición se dedicó a hacer borrón y cuenta nueva con las instituciones que habían servido para sostener la dictadura desde abril del 39. El Ejército todavía tenía al frente mandos procedentes de la rebelión contra la República, aún inspiraban miedo y, una vez muerto Franco, jueces, militares y policías siguieron en sus puestos como durante los años del franquismo.

Me uno a esas gentes que perseveran en la búsqueda de la concordia, que no cesan en su empeño y que sueñan cada día en hacer realidad un orbe más habitable, donde resida la paz sustentada en el abrazo sincero, con el auténtico afecto siempre en guardia. Unirse y reunirse en son de quietud es prioritario.

 
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