La usabilidad de una página web, app o producto digital es un elemento clave para determinar su éxito o su fracaso. Si los usuarios pueden navegar por una web con facilidad, este sitio tiene un buen índice de usabilidad, ya que cumple su propósito funcional.
Para celebrar los avances logrados y educar sobre cómo la usabilidad impacta en la vida de las personas, cada segundo jueves de noviembre se celebra el Día Mundial de la Usabilidad. Esta conmemoración nació en 2005 como iniciativa de la Asociación de Profesionales de la Usabilidad y cada año se enfoca en un aspecto particular. Este 2021 se centrará en el diseño del mundo online con confianza, ética e integridad. Para acercar este concepto a los usuarios, IEBS Business School, la escuela de negocios digital líder en formación online, señala las claves para una buena usabilidad web:
Simplicidad: La simplicidad es un equilibrio entre lo funcional y lo entendible. Menos es más. No importa cuán inteligente sea una página web, si los usuarios no la entienden o les frustra, se vuelve inútil. Por eso, debe evitarse la complejidad innecesaria y ofrecer un producto fácil de entender y de usar. La mayor parte de los visitantes no entran en una web para evaluar el diseño, sino para encontrar información concreta o para realizar alguna acción. Por eso, a veces añadir elementos innecesarios puede dificultar que los usuarios consigan hacer lo que quieran.
Accesibilidad: Desde hace años los smartphones son los dispositivos más utilizados por los usuarios para acceder a Internet con un 93,1%, según Statista, seguido por los ordenadores, la tablet, la TV y los asistentes virtuales. Por eso, hay que tener en cuenta todos estos dispositivos a la hora de proporcionar una buena experiencia de usuario. La página web debe ser Mobile-First. Es decir, primero se diseña para móviles y después se adapta a la gran pantalla.
Diseño limpio y atractivo: un buen diseño visual aumenta la expectativa de uso del producto, aumenta el valor final de lo que el usuario está dispuesto a pagar por él y comunica la esencia de la marca. Hacer un buen uso de imágenes, colores, formas y tipografía impactará directamente en la experiencia del usuario. La primera impresión es clave. En un mundo donde el usuario puede encontrar millones de productos similares, los detalles son los que marcan la diferencia.
Enfoque en el usuario: En la línea de los puntos anteriores, la intuitividad debe reinar a la hora de tomar decisiones sobre diseño web. Para ganar en eficiencia, reducir el número de clics que debe hacer el usuario en la interfaz es un buen principio. Es importante minimizar el tiempo que tarda un visitante en completar sus necesidades o sus tareas. Para mejorar este aspecto, lo mejor es realizar pruebas de usuario, mapas de calor, mapas de desplazamiento o focus group.
erarquía visual: La página web debe estar diseñada de tal forma que los usuarios puedan navegar con ella de forma natural y ágil. Una persona debe poder escanear de un vistazo la web e identificar los contenidos que le interesan de forma fluida. En este sentido, la jerarquización de contenidos ayuda a detectarlos más rápidamente y en gran parte dependen de su ubicación. Los contenidos más importantes deberán estar ubicados en aquellas zonas que retienen más la atención del usuario, las llamadas “zonas calientes”.
Buena velocidad de carga: Si una web tarda en cargarse más de cuatro segundos lo más proble es que la mayoría de usuarios la abandonen sin nisiquiera haber accedido. Hay que cuidar los tiempos a la hora de hacer clic en cualquier enlace, cuando se interactúa con la página o cuánto tarda en descargarse un documento. Para ello, se recomienda optimizar todos los formatos un poco pesados como las imágenes o los vídeos, comprimir código de programación de lenguajes, evitar aquellas páginas de bienvenida que se descargan antes de entrar en la página de inicio, tecnología AMP, hacer copias de caché de las páginas que no se modifican para los visitantes recurrentes, etc.
Menús cuidados: Igual que las indicaciones a la hora de conducir, los menús de navegación son la puerta de entrada a un grupo de contenido. Por eso, describir y etiquetar de forma breve, clara y sencilla las diferentes pestañas evitando la jerga corporativa y centrándonos en la del usuario. En los menús debe mostrarse siempre texto, a no ser que se pueda añadir un icono o símbolo mundialmente reconocido, como podría ser un carrito de compra.
Rompedor pero tradicional: A pesar de que la creatividad en el diseño está bien aplicada, hay ciertos aspectos a los que los usuarios están acostumbrados. Por ejemplo, el logo de la empresa siempre se ubica en la parte superior izquierda en todas las páginas y al hacer clic en el logo debe redirigir a la página de inicio, los enlaces deben estar subrrayados, aparecer en color azul y cambiar de color cuando ya se ha hecho clic en él, buscador visible en la parte superior derecha de la web, carrito de compra en la página de inicio, etc. Cambiar este tipo de aspectos podría ser negativo para la usabilidad ya que podría confundir al usuario.
“Nos enfrentamos a un cambio empresarial donde la clave del éxito radica en ser capaz de ponerse en la piel del usuario”, explica Oscar Fuente, Director y fundador de IEBS Business School. “Saber cómo actúa, qué piensa y cómo reacciona ante un producto o una página web es muy importante para adaptarnos a él y convertirlo en usuario. Una gran parte de la transformación de un visitante a cliente reside en la experiencia que tiene al interactuar con la marca. Por eso, es fundamental para la reputación de las empresas que se vuelquen en diseñar una experiencia capaz de conectar emocionalmente al usuario con la navegación y con el producto”, añade.
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