No nos engañemos, y mire, por favor, la claridad de la verdad, porque no siempre es así: “Política es el arte de obtener dinero de los ricos y votos de los pobres, con el fin de proteger a los unos de los otros. La coalición es el arte del zapato derecho en el pie izquierdo sin que salgan callos”, dijo una vez Guy Mollet.
Pero no nos engañemos. Pues aunque es bien cierto que la política no ha tenido demasiada grandeza, por más que, pasados los años, expertos sociólogos, historiadores y politólogos llegaran a la feliz conclusión de que tal gobernante alcanzara el grado de magnífico presidente de Gobierno, lo normal es que desaparecieran sin pena ni gloria, dejando una débil huella de feliz reconocimiento. Pero, aunque por muy verdad que sea, como nunca llueve a gusto de todos… Aunque aún los hay, los hubo y los habrá. En la seguridad de que unos han desarrollado mejor sus funciones que otros. Y que los que han destacado, tengamos la seguridad de que nunca serán bendecidos hasta después de muertos. Y la Historia se encargará de mantener viva la esencia de su valía por los siglos de los siglos.
Pese a todo, no nos engañemos. Pues si observamos la marcha de la Historia, las más terribles formas de gobierno han sido siempre las dictaduras; una suerte de arenas movedizas donde los gobernantes, opresivos, asesinos y ladrones, las más de la veces han mandado aplicando siempre la terrible fórmula de sangre en el látigo y la voz de la sinrazón. Cierto que antes eran muchos y ya quedan pocos, por obra y gracias de los ciudadanos, que los están haciendo desaparecer. No olvidemos que somos personas, y eso es algo que parecen ignorar los dictadores; a la vez que hemos nacido para amar, vivir y trabajar, no para malvivir en un estado, permanente bajo el yugo de la angustia y de la persecución. Ya quedan pocos, es verdad. Y para los que hay, mejor sería que los echaran como se echan a los perros rabiosos. Ya que no han sido otra cosa que la suma de todos los horrores de la Humanidad.
Y pasando página de lo malo a lo mejor. Hablando de políticos democráticos, que nada tienen que ver con lo comentado más arriba, el último día de noviembre, y auspiciado por el diario El País, asistimos a un debate, mejor decir a un nuevo tipo de debate en nada parecidos a los del siglo XX. Nada de encorsetamiento sino con intervenciones vivas y “educadas”, planteando argumentos muchas veces coincidentes. Variadas fórmulas, algunas de las cuales del todo desconocidas, que sorprendieron, es cierto. Y, sobre todo, que disfrutamos los demás. (Por cierto, a ver si los políticos se acostumbran y amenizan de esta o de otra manera sus intervenciones, para que nos lo pasemos bien escuchándolos). PSOE, Ciudadanos y Podemos. Tres partidos –pues Rajoy no quiso cuadrar el cuarteto-, tres partidos, digo, de los cuales dos eran emergentes, aunque con magníficas y a veces hasta novedosas propuestas, así como con claras argumentaciones que, a mí al menos me parecieron acertadas. Nada parecido a los encorsetados y repetitivos debates, a los que hemos venido asistiendo durante cuarenta años. No puedo menos de manifestar mi contento En democracia.
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