Un equipo de investigación del Hospital Universitario de Tubinga, el Hospital Universitario de Bonn y la Universidad de Bonn (Alemania) ha demostrado que los cambios en el apetito asociados a la depresión está vinculada a cambios específicos en el sistema de recompensa del cerebro.
Los trastornos depresivos mayores se caracterizan por una importante carga sanitaria, que incluye cambios en el apetito y el peso corporal. La identificación de biomarcadores, como los cambios en la función cerebral, para tratar la depresión es difícil debido a la variada sintomatología de los individuos afectados.
La depresión tiene muchas caras. Una variedad de cambios en la motivación, las emociones y las experiencias físicas caracterizan el trastorno. Muchos pacientes que sufren depresión no sólo pierden el impulso y el interés por las actividades gratificantes, sino también el apetito.
Al mismo tiempo, otros pacientes informan de un aumento del apetito durante un episodio depresivo. Hasta ahora, no se sabe mucho sobre las causas de estas diferencias en los síntomas dentro de la depresión y cómo pueden tratarse específicamente.
Durante mucho tiempo, los científicos han buscado alteraciones compartidas en el sistema de recompensa en pacientes con depresión. Esta idea es intuitiva porque los pacientes con depresión suelen experimentar cambios sorprendentes en su motivación.
"Pero la idea de un sistema de recompensa 'deprimido' parece ser más bien una ilusión. En lugar de buscar cambios generales en el sistema de recompensa, podemos relacionar mejor los cambios específicos, como en el apetito y el peso corporal, con las diferencias en el cerebro que ayudan a explicar los síntomas individuales", explica Nils Kroemer, autor principal del estudio, que se ha publicado en la revista científica 'JAMA Psychiatry'.
El equipo, formado por investigadores de varios hospitales universitarios alemanes, examinó la función cerebral de los participantes afectados en reposo y registró sus síntomas psicológicos. Esto les permitió comparar si los síntomas individuales de la depresión son más predecibles.
Para ello, se centraron en la conectividad funcional (también llamada fuerza de conexión; describe la fuerza de la comunicación entre diferentes regiones cerebrales) del núcleo accumbens, una de las regiones centrales en el procesamiento de recompensas y el control del comportamiento dirigido a objetivos, con otras regiones cerebrales.
Cuando los pacientes con depresión experimentaron una pérdida de apetito durante un episodio depresivo, se redujo la fuerza de la conexión entre el sistema de recompensa y otras regiones que desempeñan un papel esencial en las decisiones basadas en valores y en los procesos de memoria. Si, por el contrario, se producía un aumento del apetito, los investigadores observaron una conexión más débil entre el sistema de recompensa y la parte del cerebro donde se procesan los estímulos gustativos y las señales corporales.
"Estos cambios en el sistema de recompensa eran tan prominentes en la depresión severa que pudimos predecir si alguien sufriría un aumento o una pérdida de apetito basándonos en los perfiles individuales del sistema de recompensa. En cambio, no fue posible saber si alguien tenía depresión en general o no. Así que no es sólo un cambio lo que importa, sino sobre todo la naturaleza del cambio de comportamiento", esgrime Kroemer.
Dado que no existe un patrón universal de cambios en el sistema de recompensa en la depresión, el estudio apunta al potencial de la medicina de precisión. Estos novedosos enfoques no se centran en un diagnóstico general, sino en los síntomas individuales.
Con la ayuda de estos cambios en el cerebro basados en los síntomas, será posible desarrollar en el futuro terapias más específicas que aborden directamente los síntomas concretos de los afectados. Por esta razón, el grupo de investigación de Kroemer está planeando nuevos estudios sobre métodos de tratamiento mejorados utilizando enfoques de neuromodulación como la estimulación cerebral. El objetivo es investigar cómo ciertos síntomas son causados por cambios en el cerebro y si pueden revertirse utilizando terapias neuromoduladoras individualizadas.
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