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Etiquetas | Política

Políticos fuertes y honrados y políticas ambiciosas

Manuel Senra
lunes, 14 de diciembre de 2015, 23:16 h (CET)
El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana; el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que él predijo. Pensamiento tomado de Winston Churchill.

Es posible que estas bellas aunque exigentes palabras de Churchill sean demasiado duras para un político de corto recorrido, o tal vez arañado por el hambre y el miedo. O, sencillamente, de escasa capacidad para gobernar la compleja y ardua marcha de un país.

A día de hoy, ya no nos sirven los buenos; necesitamos los mejores. Cierto es que el hombre carece de la omnipotencia de ese dios que todo lo resuelve; por eso necesita rodearse de expertos colaboradores: hombres y mujeres forjados para ese duro trabajo como es el de la política activa.

Miren a esos desmadrados políticos que van gritando por ahí. Ignoro que sean los mismos que más arriba se dirigía el gran Churchill. Si no es así, malo. Y más si cabe, si se trata de los que hacen tromba de críticas y contra-críticas, en vísperas nada menos de unas elecciones generales. Nuestros políticos han de ser hombres y mujeres que saben lo que deben hacer. Personas de probada inteligencia. Intuición. Trabajo. Fuerte capacidad de autocontrol, en situaciones difíciles, para el país que les ha tocado gobernar. Previsor. Juicioso. Abierto y apegado al pueblo. Que lleve la política en la sangre, y los bolsillos vacíos de tentaciones. Que sienta los latidos de su país, España, como si oyese los suyos propios. Que piensen en por qué autonomías como Andalucía, Extremadura, etcétera, de mayor peso humano, son las de más pobreza y desigualdades sociales. (NO hay que extrañarse de nada. Abraham Lincoln, consiguió la abolición de la esclavitud en los EE UU en el año 1863). Así que si algo tan fantástico, a la vez que difícil, lo consiguió aquel hombre, ¿por qué razón nuestros políticos no podrían realizar hazañas de parecida importancia?

No olviden en que los tiempos que se acercan no se esperan cosas buenas. Que las arcas pueden agotarse del todo. Que, afortunadamente, la media de edad de las personas (más las mujeres que los hombres), cada vez se alarga más. Hoy tenemos la suerte de ser uno de los más longevos del mundo. Aunque a día doy, y por fortuna, no dependemos casi exclusivamente de la agricultura, no es menos cierto que vamos a la cola de los países industrializados, en los avances de I+D, por ejemplo. Con un aprobado en Sanidad, pero un atronador suspenso en Enseñanza y Cultura.

Y aunque es bien cierto que ya hemos vencido a la ETA. Que las puertas de la libertad se han abierto de par en par, para que se respire bien, y sin visos de que sea la cera de aquella España beata y dictatorial… Es cierto que aún nos falta mucho para medirnos con otros países hermanos de la Unión. Años y años. Por eso, a los políticos que dirijan este país ha de pedírseles que den el do de pecho. Y si no, que se vuelvan a sus casas, antes de seguir haciendo el ridículo, o de que nos topemos con escándalos de esos de la corrupción, a los que tan acostumbrados estamos, y exasperan.

-Pero ¿estamos contentos?
-¿Con algo que aún está por venir…?
-No lo sé. Veo a alguien que llora.

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