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Etiquetas | Política | Francia

La extrema derecha en Francia: de Acción Francesa al Frente Nacional

Juan López Benito
miércoles, 16 de diciembre de 2015, 23:30 h (CET)
Muchos observadores se han mostrado sorprendidos por el elevado apoyo que el partido de Marine Le Pen ha recibido en los pasados comicios. Como fundamento de este avance se cita principalmente a la crisis económica, al terrorismo yihaidista y a la numerosa población inmigrante que tradicionalmente acoge en su seno el país galo. No obstante, un considerable número de simpatizantes e ideales asociados a este partido, no se deberían circunscribir exclusivamente a la concatenación de esta serie de factores coetáneos. Me refiero a la existencia de una sólida raigambre política, que bien pudiera vincularse con el histórico grupo Acción Francesa.

La derrota de Sedán frente Alemania, los trágicos sucesos de la Comuna de París y los sonados escándalos acaecidos durante la III República francesa, encabezados por el Affaire Dreyfus, fueron alimentando, un fuerte deseo de revancha pero también, un malestar contra el “traidor”, “ilegítimo” y anticlerical régimen republicano. La canalización de este sentimiento se evidenció en la formación de un sinfín de ligas, asociaciones y movimientos, como la Liga de Patriotas o la corriente encarnada por el ministro Boulanger, que detentaban como leitmotiv el desquite contra Alemania.

Sin duda, fueron los intelectuales Maurice Barrés y Charles Maurras los abanderados del nacionalismo francés de aquellos años. Ambos urdieron una doctrina autoritaria, reaccionaria, antiparlamentaria, antidemocrática y antisemita que impregnó intensamente la sociedad francesa, principalmente entre jóvenes e intelectuales. Reclamaban el restablecimiento de las esencias de la tradición francesa.

Charles Maurras identificaba la patria gala con su pasado católico y monárquico (religión y familia como pilares fundamentales). El objetivo del fundador e ideólogo de Acción Francesa, era construir un nuevo régimen, que debía enaltecer no a los símbolos surgidos de la Revolución Francesa (Marsellesa, 14 de Julio y la bandera Tricolor), sino a las “viejas esencias” que encarnaban insignes figuras como Clodoveo, Juana de Arco o Luis XIV.

Esta derecha nacionalista condicionó, como sucedería en Italia o Alemania la vida política del país durante décadas. Contemplemos por ejemplo lo sucedido en los años 30, cuando el malestar de la población por la crisis económica y los escándalos políticos como el caso Stavisky, un estafador de origen ruso que mantenía muy buenas relaciones con la clase política, fueron de nuevo capitalizadas por organizaciones de excombatientes y ligas de extrema derecha como Acción Francesa o el grupo Croix-de- feu (Cruz de Fuego).

De hecho, la dimisión en 1934 del gobierno Chautemps, a consecuencia de la aludida inestabilidad que asolaba al país vecino, engendró graves disturbios entre manifestantes y policías, ocasionando decenas de muertos en las calles. Socialistas, comunistas y sindicatos declararon la huelga general en Francia. Cualquier observador neutral hubiese apostado por una inminente guerra civil.

Todavía en la actualidad, coexiste un reducido grupo de simpatizantes maurristas que a pesar de su vocación monárquica respaldan al Frente Nacional. Sus integrantes, organizados en pequeñas secciones locales, anteponen los planteamientos nacionalistas del partido de Le Pen, por encima del componente republicano que atesora la formación ultraderechista.

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