Según estudios del Observatorio de Violencia Digital y la Asociación Stop Violencia de Género Digital, el sexting es cada vez más común entre jóvenes de entre los 18 y 24 años, y se está convirtiendo en una nueva forma de relacionarse sexualmente. Esto hace que los casos de usos de imágenes y vídeos sin consentimiento para llevar a cabo delitos vaya en aumento.
Así, la pornovenganza, sigue siendo el delito de violencia digital con mayor incidencia mes a mes con un 35% de los casos, seguido de un 30% el ciberacoso y 15% de publicaciones sin consentimiento de datos personales, imágenes y/o vídeos conseguidos de manera ilícita.
¿Qué es la pornovenganza?
La pornovenganza o Revengeporn es un delito que se produce cuando una persona difunde contenido sexual gráfico de otra sin el consentimiento de esta.
Este acto suele producirse generalmente por parte de una ex pareja y con él se busca vengarse de la otra parte, bien sea haciéndole daño directo o tratando de conseguir algún beneficio extorsionando a la víctima. En este último caso estaríamos hablando de otro fenómeno llamado sextorsión, que también es un delito muy grave.
Por rangos de edad, la pornovenganza se reparte así:
● El 5% de los delitos son cometidos por menores de 18 años ● El 10% por jóvenes de 18 a 24 años de edad. ● El 15% por jóvenes de 25 a 30 años de edad. ● El 25% por personas de 31 a 45 años de edad. ● Y el 45% por personas de 46 a 60 años de edad.
«Vemos que a pesar de que en los menores aumenta el sexting, no son el rango de edad con mayores problemas respecto a los delitos que se comenten con relación a la pornovenganza, sino que el mayor porcentaje corresponde al grupo de mayores de 45 años», explica Encarni Iglesias, presidenta de la Asociación stop violencia de género digital, que añade: «esto puede deberse a que los jóvenes están más habituados a relacionarse a través de la tecnología y conocen por lo tanto mejor los límites asociados a este tipo de relaciones».
En cuanto a la división por género el estudio arroja un equilibrio ya que los delincuentes son un 45% mujeres y un 55% hombres. Si bien el propio estudio señala la dificultad de descubrir en algunas ocasiones el género del delincuente porque el delito se lleva a cabo mediante una suplantación de identidad.
Por otra parte los principales canales por los que se cometen estos delitos son:
● En Instagram un 25% ● En Facebook un 35% ● En páginas web un 22% ● En WhatsApp un 15%
Desde la Asociación Stop Violencia de Género Digital señalan un dato destacable: el 90% de los afectados no habría denunciado el delito, ya sea por desconocimiento o bien por no saber cómo hacerlo.
«Estos datos abren hipótesis y da a entender que los casos pueden ser muchísimos más ya que no se denuncian», señala Josep Coll, CEO de la tecnológica RepScan, una empresa que en colaboración con la Asociación Stop Violencia de Género Digital, ha puesto en marcha un servicio llamado STOP PORNOVENGANZA que se ofrece de manera totalmente gratuitaa las personas sin recursos.
«Sabemos que muchas personas que caen en este tipo de situaciones no pueden recibir la ayuda necesaria porque no cuentan con los medios económicos necesarios para la eliminación del contenido o la detección, y queremos ayudarles para que no tengan que pasar más tiempo viendo sus vídeos íntimos distribuidos en la Red», explica Josep Coll, CEO de RepScan, que añade: «Queremos democratizar el derecho a que todas las personas puedan eliminar contenido de Internet y preservar su reputación online».
Para hacer uso de este servicio basta con visitar la web https://www.repscan.com/es/land-stop-pornovenganza/ y contactar con el equipo de RepScan, exponiendo los detalles del caso.
Un caso real de Pornovenganza
Patricia (nombre ficticio) había tenido relación con un chico durante 3 años. Había comportamientos de él que a ella no le gustaban, por lo que decidió terminar su relación.
Durante la relación, ellos habían intercambiado contenido de índole sexual siempre dentro de la intimidad de la pareja. Pero cuando decidió dejarlo, su expareja comenzó a rogarle que no la dejara y, al mismo tiempo, a amenazarla con que si lo hacía iba a compartir las fotografías y vídeos que tenia de ella.
Patricia no podía creérselo, ya que pensaba que su ex pareja era una persona de confianza, y justamente por eso ella había accedido a practicar sexting con él e intercambiar contenido sexual. Confiando en que solamente quería llamar su atención para que volviese con él, ella siguió adelante con su decisión.
Pasaron unos meses hasta que un amigo de su hermano le contó que había visto contenido sexual de ella en unos grupos de WhatsApp. Su expareja había compartido esas imágenes y videos en varios grupos, diciendo que era una “guarra” y otro tipo de insultos. Y además había publicado las fotos en unos foros de una página web.
Patricia rápidamente contactó con la Asociación Stop Violencia de Género Digital, buscando asesoramiento y ayuda ante este tipo de violencia digital. Allí se le recomendó denunciar.
«Es relativamente sencillo caer en este tipo de problemas y la víctima debe saber siempre que se está cometiendo un delito y que ella o él no ha hecho nada malo», explica Josep Coll, CEO de la tecnológica RepScan, especializada en la eliminación de contenido negativo de Internet. «Aunque siempre recomendamos tener mucha precaución con el envío de este tipo de imágenes, tiene que estar claro que el único culpable es el que comete el delito y nunca la víctima».
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