Hace unos días afiliados y simpatizantes del PSOE estaban de fiesta celebrando los cuarenta años de aquellas elecciones donde más de diez millones de españoles les otorgaron la confianza para que por primera vez, después de la muerte de Franco, un socialista llegara a Presidente del Gobierno.
Cuarenta años después aquellos jóvenes cuadros del PSOE rompieron las esperanzas que muchos habían puesto en ellos. Poco a poco se fueron aplazando las ansias de cambio, gobernar siempre ha sido más difícil que hacer promesas electorales. Felipe González no sólo hizo frente a una reindustralización que dejó en paro a miles de obreros, antes de estar un año gobernando, desde las cloacas del Ministerio del Interior, dirigido por José Barrionuevo, ya habían comenzado las vulneraciones de la ley con la aparición del terrorismo de Estado de la mano de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), herederos del Batallón Vasco Español y de otros grupos provenientes de las cloacas del Estado.
El poder, sea del color que sea, siempre ha intentado mostrar la Transición española como un camino pacífico y tranquilo. Nada más alejado de la realidad, Además de los asesinatos a manos de los escuadrones de extrema derecha, entre 1975 y 1982, 134 personas perdieron la vida víctimas de la violencia policial a manos de las fuerzas de seguridad del Estado, son las víctimas olvidadas de la Transición. Al llegar la democracia no se hizo borrón y cuenta nueva, ni en el ejército, ni entre los jueces, ni en la policía donde todavía continuaron hasta su jubilación los miembros, algunos conocidos torturadores de sindicalistas y demócratas, de la franquista Brigada Político Social, como el conocido como Billy el Niño condecorado por Martín Villa en 1977.
Fue con este material, con el que se creó el GAL con la excusa de luchar contra ETA que, por aquel entonces, suponía un reto a los poderes del Estado. Ya lo sabíamos, pero ahora Barrionuevo lo ha dicho públicamente en unas declaraciones a la prensa. Sin vergüenza admitió que el GAL recibía órdenes desde el Ministerio del Interior donde él ocupaba el lugar más prominente, era el Ministro.
Antes que él, en el 2016, Felipe González había dicho "Nunca hemos tenido peores resultados en el País Vasco, pese a las cosas que hicimos". ¿Qué cosas hicieron? Ahora Barrionuevo lo ha puesto negro sobre blanco. Él ordenó la puesta en libertad de Segundo Marey, un ciudadano al que confundieron con un etarra, lo lógico es que quien tiene poder para ordenar la libertad fuera también quien ordenó su secuestro.
Secuestros, torturas en el cuartel de Intxaurrondo donde mandaba sobre vidas y haciendas el general de la Guardia Civil Rodríguez Galindo, asesinatos, desapariciones, tiros en la nuca y cal viva para ocultar los crímenes. Así fue el terrorismo de Estado que el PSOE instauró desde la sede del Ministerio del Interior. Ahora, casi cuarenta años después, el primer Ministro de Interior de un partido que presumía ser de izquierdas, sin ninguna muestra de vergüenza y arrepentimiento, dice claramente que él ordenó acciones ilegales “no podía actuar contra quienes están disparando desde mi trinchera aunque hagan alguna equivocación”, es la burda excusa de Barrionuevo.
Cuando escribo estas líneas han pasado ya días desde las declaraciones de Barrionuevo, aún no he leído ni escuchado a Felipe González, el PSOE, Rajoy, quien dijo a Barrionuevo que no permitiría que estuviera en prisión, pedir perdón. Bildu pidió perdón a las víctimas de ETA, a las del terrorismo de Estado nadie lo ha hecho. Solo Marlaska ha alzado la voz contra Barrionuevo, lo ha hecho en unos momentos en los que él no parece ser el más adecuado para ello. Lo que me preocupa es que después de cuarenta años no se han limpiado las cloacas del Estado.
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