Decían en tiempos pasados que todos los caminos conducen a Roma, algo que sigue siendo verdad cuando hurgamos en la historia del modelo político que llamamos república.
Por supuesto que los modelos políticos son pasibles de modificaciones en el devenir de los tiempos, y el republicanismo es un paradigma de ello. Todo esto a propósito de las ideas expresadas por el ex Canciller paraguayo Euclides Acevedo, hoy candidato a presidir la República del Paraguay, que han trascendido las fronteras para aparecer en Prensa Latina.
Las diferencias en torno al modelo republicano han sido sujeta a interpretaciones coyunturales en Sudamérica desde tiempos del auge bonapartista, cuando una revolución republicana devino en el imperio francés que convulsionaba e inspiraba guerras en todo el mundo.
El modelo republicano de la democracia representativa se encontraba en pañales en Estados Unidos, país que a principios del siglo XIX no era ni la sombra del estado líder que sería siglo y medio más tarde, razón que llevó a muchos Libertadores de América a buscar recrear la monarquía bajo un Inca que sería proclamado soberano de las antiguas colonias de España.
Lo propusieron San Martín y Belgrano sin éxito, en el Congreso de Tucumán de 1816, en tanto el modelo que se imponía era el de la Dictadura republicana inspirada en la Roma antigua. Para bien o mal, prevaleció la segunda de las alternativas en aquella encrucijada.
La Gran Colombia de Simón Bolívar y el Paraguay de Gaspar Rodríguez de Francia son dos significativos ejemplos. En el segundo caso, el jefe de estado asumió el título de Dictador y no porque su carácter personal fuera poco sutil y despreciara los eufemismos, como cualquiera pensaría, sino por su fidelidad al republicanismo inspirado en la Roma de los magistrados, que en tiempos de crisis elevaban a uno de sus pares con poderes extraordinarios.
La primera república paraguaya sucumbió en 1870 a manos de la Triple Alianza de Argentina, Brasil y Uruguay, que modelaron a fines del siglo XIX una Segunda República sobre la matriz del colonialismo liberal pro-británico, etapa que según los impulsores de una Tercera República paraguaya, se encuentra en los umbrales de su fecha de vencimiento.
La propuesta de Euclides Acevedo se basa en ideas reformistas, sobre todo a lo que atañe al ordenamiento jurídico del país, que hoy no ofrece garantías, aunque no se limita a ese terreno sino que debe alcanzar a las esferas educativas y morales, entre otras, para que las libertades y derechos civiles ciudadanos encuentren seguridad en el último recurso popular, las leyes.
Un nuevo contrato social, por la vía de una gran Asamblea Nacional que consagre una Nueva Constitución acorde al tiempo presente, señala Euclides, debe ser producto de una profunda negociación derivada de un amplio debate que supere los ejes actuales en torno a los que gira la actual discusión de la clase política paraguaya.
Euclides considera que deben revisarse, entre otras instituciones, el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, instituciones nefastas que han caído en absoluto descrédito, y debatir la posibilidad de insertar en la cuestión electoral las figuras del balotaje y la reelección presidencial.
La cuestión Re eleccionaria debe enfocarse, según las ideas del candidato, como un derecho ciudadano a decidir si quiere ordenar que un mandatario siga o no cumpliendo sus funciones. Está por verse si el estado paraguayo es capaz de apartar su acervo de dictaduras y dinastías republicanas que se suponen monárquicas, y dar ese gran salto hacia adelante. Ya lo expresó con simple claridad un político relevante de la malograda segunda república española: Para construir una república, el requisito primordial es tener republicanos. LAW
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