José Luis de Augusto, licenciado en Ingeniería Aeronáutica y con una lesión medular tras un accidente en un vuelo de ensayo en 2015, acaba de llegar a Sevilla procedente de Houston donde ha efectuado su último vuelo de microgravedad, enmarcado en el ‘Proyecto Astroaccess’ dedicado a promover la inclusión de personas con discapacidad en el espacio.
Junto a 11 tripulantes más, este joven sevillano pudo finalizar de manera exitosa el primer vuelo de investigación formal en microgravedad AA2' a bordo del avión de Zero-G Corporation, “tras ascender a una altitud de trece kilómetros y hacer hasta 18 maniobras parabólicas con bajadas de unos cuatro kilómetros con una duración de 25 segundos”, confesó De Augusto en una entrevista para Servimedia.
Este pasado verano José Luis fue seleccionado entre más de 4.000 candidatos a ‘parastronauta’ y pasó a formar parte del ‘Proyecto Astroacces’ impulsado por George T. Whitesides, el que fuera máximo responsable de Virgin Galactic y antiguo jefe de gabinete de la Nasa. Allí ha permanecido hasta hace unos días para desarrollar su labor como testador.
“Realmente abarcamos los tres tipos de discapacidades más comunes asociadas a problemas visuales, auditivos y de movilidad. Entonces, hicimos tres grupos y cada uno tenía que trabajar en una serie de dos o tres experimentos”, relató el piloto.
“Por ejemplo, hemos probado una cosa, tan simple o compleja, como si un asiento (de los que se usan actualmente para lanzar personas al espacio) es compatible con una persona que tiene una paraplejia o incluso una afectación de miembros superiores”, explicó. “¿Con qué finalidad? Pues si no podemos utilizar el asiento, habrá que modificarlo”, añadió.
Por otro lado, este último vuelo ha servido para comprobar la utilidad de la colocación de paneles táctiles en las paredes para favorecer la movilidad de las personas con discapacidad visual en el interior de la nave”, detalló. De producirse un fallo eléctrico o en situaciones de poca visibilidad por humo, este tipo de elementos de apoyo -según José Luis de Augusto-, “serían de gran utilidad para toda la tripulación independientemente de si tiene discapacidad o no”.
“Ahora en diciembre hemos hecho un vuelo de 20 ciclos con 20 parábolas donde teníamos calculados cada uno de los 25 segundos de microgravedad para estudiar el comportamiento y la interacción de los elementos y la tripulación”, explicó.
“Gracias a este proyecto descubres que algunas personas con discapacidad (visual) son capaces de moverse en el entorno de ingravidez de manera mucho más eficiente que los demás o, por ejemplo, que personas como yo, con una lesión medular, o incluso con amputaciones, pueden recuperar toda su funcionalidad en un entorno de ingravidez”, confesó De Augusto.
“No estamos tan lejos de enviar a la primera persona con discapacidad al espacio. Disponemos de potencial tecnológico para solventar cualquier limitación que pueda haber”, declaró esperanzado el candidato a astronauta.
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