No hay duda de que la delicada situación de seguridad, que se vive en Asia nororiental, a raíz de los nuevos, incesantes e irresponsables lanzamientos de misiles llevados a cabo por Corea del Norte en el territorio circundante, en paralelo, no casual, a la invasión de Rusia a Ucrania; contribuyen a valorar la situación internacional actual; como el entorno de seguridad más grave y complejo que vive la humanidad, desde el fin de la segunda postguerra mundial.
Tan solo el año pasado Pyongyang realizó más de 70 pruebas de misiles balísticos y por lo que va de este año, al parecer se ha propuesto, establecer un nuevo récord, ahora jalonado por el despliegue intencional de misiles balísticos intercontinentales Hwasong-17 y proyectiles nucleares tácticos de corto alcance, que lo más probable es que por el riego que implican, terminen en una desgracia, debido al enfrentamiento militar que provocara con Corea del Sur, Japón y los Estados Unidos.
Ante la peligrosa situación que se dibuja, por el último lanzamiento del misil balístico de largo alcance, disparado en el Mar de Japón, en ocasión de la cumbre Yoon-Kishida, que inaugura una nueva era en las relaciones entre Japón y Corea del Sur; es imperativo llamar la atención del papel de China en esta cuestión, país que mantiene con Corea del Norte una identidad compartida, regulada por intereses geopolíticos signados por una frontera común de 1368 kilómetros y afinidad ideológica mutuos.
En virtud de lo anterior, no es desdeñable el papel que China puede jugar en interés de mantener la estabilidad en la región, en la medida en que influya en la conducta agresiva de Pyongyang, que percibe la vitalidad del sistema político y la prosperidad económica de Corea del Sur, como una amenaza a su seguridad.
Sin embargo, a pesar de la elevadísima provocación con misiles de Corea del Norte el año pasado, China en este tema, no cumplió con sus responsabilidades como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y más bien, centró su accionar en santiguar y proteger a Pyongyang, alentando con ello, su conducta irresponsable.
Adicionalmente, China junto a Rusia, están agravandola inseguridad en la península de Corea, al rechazar nuevas sanciones contra Corea del Norte y ayudarle en sus acciones provocadoras.
Resulta palpable que aunque China posee varias medidas de disuasión contra Corea del Norte, Beijing está ignorando las demandas de la comunidad internacional, como el regreso de Corea del Norte a las negociaciones de desnuclearización. En consecuencia, si China continúa protegiendo a Corea del Norte, terminará comprometiendo seriamente, su condición de líder mundial, que promueve la paz.
Por otra parte, no deberá sorprender que si China continua ignorando las provocaciones militares de Corea del Norte, Estados Unidos fortalecerá el despliegue de activos estratégicos cerca de la península de Corea, y Corea del Sur, Estados Unidos y Japón, consolidaran aún más su cooperación militar, realidad que encuentra expresión, en el reciente deshielo en las relaciones Tokio- Seúl, que conducirá a un dilema de seguridad y a un bloqueo cada vez más profundo, a una alternativa negociada a la situación en ciernes.
En razón a lo hasta aquí expuesto, China está llamada a desempeñar un papel constructivo en relación con la cuestión de Corea del Norte, de suerte tal que pueda posicionarse como una potencia respetada. También es posible, que con una conducta responsable, Beijing despliegue una estrategia que demuestre su atractivo en el desarrollo de una cooperación con visión de futuro en el tema coreano, que por ahora, no pareciera ser su interés central, como lo fue la promoción de la normalización de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán y como lo son sus recientes buenos oficios, que promueve entre Rusia y Ucrania; todo lo cual redundará en beneficio de crear un espacio para negociaciones con Estados Unidos, relacionadas con sus intereses básicos en la cuestión de Taiwán.
|